OPINIóN
Actualizado 28/08/2015
Luis Marcos del Pozo

Últimamente las noticias me tienen un poco  desubicado. Intento centrarme y recordar todos esos cantos de sirena que se lanzan hasta conquistar el océano y veo que sólo hay graznidos de gaviotas pidiendo, unas comida y otras? carnaza.

El comportamiento de algunos gobiernos que se erigen en los más democráticos, en los más humanos, en los más protectores, en los ? no se ajusta mucho a mi realidad de ver estas situaciones. Yo, iluso de mí, pensé que estos nuevos faros de la política y sociedad mundial iluminaban cualquier atisbo de accidente social para no adentrarse en ellos. Pero claro, una cosa es la palabrería barata y otra la dura realidad a la que la vida tarde o temprano nos somete. Quien le iba a decir a Grecia, y a sus fugaces y ahora interinos gobernantes que después del caos en el que está sumida , tendrían que sentir el paso de las hordas de refugiados en busca de una vida , ni mejor ni peor, sólo una vida. ¡Tiene narices la cosa!.

Como también tiene narices que los mismos que criticaban el trato al inmigrante en otros lugares cuando el ciclón no le tocaba , ahora se esconden y se olvidan de cada una de sus inquisidoras palabras y consejos gratuitos llenos de cicuta para los demás.

Que decir de esos "opinantes" que criticaban  sin descanso los impedimentos que España interponía  y ahora están sumisos y callados cuando sus ideologías gobernantes en otros países socialmente "avanzadísimos" ponen vallas, violencia y también tumbas.

Pudiera ser que el contenido de lo que suele llamarse democracia, y todo lo que ello conlleva,  sólo fuese la situación otorgada de un grado menos insoportable de no-libertad. En Suiza, ese país que con ambigüedad tan flagrante se ha llamado una democracia testigo,( será de lo que algunos se llevan ¿? )

Saber que hay grados muy diferentes de no-libertad, pero que no hay libertad, aunque todos los que tratan de vendernos la moto la proclamen, es la condición indispensable para no hacer uno mismo el idiota, el día que nos demos cuenta que la moto ya estaba averiada.

¿De qué nos sirve la libre emisión de un pensamiento si ya es esclavo de un dictado?

Nuestro pensamiento sería el último reducto habitable de la libertad en un medio cada vez más dividido entre la conformidad de la opinión condicionada y la repulsa radical de todo lo emanado de los  aparatos de Poder, cualquiera que sea el color de éstos.

 Ese pensamiento descondicionado y descondicionante, capaz de demoler sus propios supuestos, ha sido siempre un peligro para el poder, la sociedad, el individuo? ¿continuamos o volvemos a la sofistica a la areté?

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