OPINIóN
Actualizado 26/08/2015
Mª del Carmen Prada Alonso

La palabra tiempo nos da mucho juego. Nos sirve para cortar silencios embarazosos, para iniciar conversaciones, para recordar añoranzas, para marcarnos metas, romper una relación, comenzar el Evangelio, formar oraciones rimbombantes, proverbios, pensamientos profundos...

Pero hay una parte terrible que desgraciadamente afecta a muchos y que Napoleón expresó magistralmente con su famosa frase "Puedes pedirme cualquier cosa que quieras, excepto tiempo".

No voy a referirme al tópico de que hoy día todos nos quejamos de que no tenemos tiempo para nada, que no nos llegan los días.

Dar o pedir tiempo a alguien, su tiempo, nuestro tiempo, se ha convertido en una transacción casi comercial, aplicando al pie de la letra aquello de que el tiempo es oro.

Pero hay otra faceta aún más triste, que es la de utilizar la falta de tiempo como excusa para no hacer un favor. Esas personas que se llenan la boca diciendo "aquí me tienes para lo que necesites" e incluyen palmadita en la espalda o lo que sea menester. Pero llegado el momento, la persona que te animó a pedirle "lo que quieras", se convierte en el Napoleón de la frase lapidaria y te dice con todo su pesar que lo haría encantado, pero que está a tope, que no tiene un minuto libre, lo siente, se lamenta y te suelta una retahíla de asuntos en los que anda metido "sin tener tiempo para nada".

Y no es tiempo lo que le falta a estas gentes, no. Lo que les falta es ganas para realizar un esfuerzo por los demás. El tiempo es la excusa, no la causa.

Porque es fácil comprobar cómo muchas personas que dicen no tener tiempo cuando se les pide ayuda, lo pierden sin recato alguno, y hacen bien, que a veces perderlo es sano.

Pero sería mucho más noble por su parte no utilizar palabra de tan alto contenido para encubrir el comprometido NO que no tienen el valor de pronunciar.

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