OPINIóN
Actualizado 24/08/2015
Lorenzo M. Bujosa Vadell

En este verano de dalias y azucenas estaba usted sentado en lugar resguardado. Trataba de encontrar ese sitio privilegiado en que no hay ni demasiado sol ni demasiado fresco, para contemplar el panorama de unas vacaciones que no son tales y ver con la debida distancia este agosto que tampoco es mucho agosto.

Tal vez ocurra con el tiempo con el Ramadán, que se va moviendo a lo largo del año, y los calores de mayo son frescores en cuanto se acorta un poco el día, como ya está ocurriendo en este movido hemisferio norte, en que se hace comparecer a Ministros, el Fondo Monetario Internacional se empeña en aguar algo la fiesta al gobierno y siguen los crímenes y pasiones sin cuento, como una epidemia imparable.

No le basta a usted ese lugar grato, debajo de una mata de lentisco tupida y hermosa, al lado de los resplandores del agua mediterránea. Pues nada, tómese la sombra completa y cambie de hemisferio.

Pero tampoco mucho. Algún pequeño grado de latitud sur será suficiente para poder seguir disfrutando de la sombra. Esta vez por las cenizas del volcán Cotopaxi, que se empeña en manifestar su presencia, ahí al lado como recibiendo con homenaje a la marcha de sindicatos e indígenas que se empeñan en complicar el agosto al presidente Correa.

No se preocupe. Las cenizas le dejarán ver el bosque. Y más si se sube a las lomas varias para contemplar esa encantadora ciudad colocada a las faldas de otro volcán despierto, aunque virado hacia otro lado. Dando la espalda al pueblo, que es lo que dicen los manifestantes.

A lo mejor hasta se atreve a acercarse al centro, tomado por la policía, de la que por cierto desconfía el propio presidente. Verá a los indígenas acampados en un bonito y extenso parque, acogiendo la ayuda de la población que les suministra víveres. No podrá entrar en la Plaza Grande pero verá  estas calles tranquilas e históricas de la noche quiteña, con la mayor protección que ha visto usted nunca. Con antidisturbios que ponen en sus instrumentos de protección que son policías pero también hermanos, que son policías pero también padres, que son policías pero también hijos.

La sombra es alargada en estas cumbres andinas y hasta se siente el sofoco de la altura y la pesadez de cabeza que también debe sentir el mandatario, costanero venido a la sierra para poner estabilidad a estas tierras, pero que se ha enemistado con quienes en su día le apoyaron. Veleidades del poder, que a su vez tiene su erótica y produce adicción.

Sombra americana, conflictiva y esperanzada, que aguarda que el volcán se tranquilice, que se duerma otra vez y deje de expulsar ceniza, para que pueda funcionar el aire acondicionado y los vuelos no se vean afectados. Para que usted pueda regresar a ese rincón que ya está añorando,bajo ese alto matorral isleño sobre el que ahora mismo están cayendo algunas gotas.

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