OPINIóN
Actualizado 21/08/2015
Luis Frayle Delgado

El carro de Zeus atraviesa las montañas del cielo. Sus ruedas de hierro forjadas en el infierno saltan sobre los peñascales y se deslizan por las laderas lanzando rayos y centellas. A su paso se rasgan las nubes de verano, manchas oscuras, que nos velan el azul. Descargan como torrentes sobre la tierra reseca que abre sus fauces y sacia su sed a bocanadas. Poco a poco la naturaleza se serena como una fiera que después de la lucha se tiende sobre  el campo; y vuelve la calma. La lluvia ha sido una bendición. Pero yo he visto el alma humana debatiéndose en la tormenta de la pasión y deseando que le llegue la paz. O quizá la sociedad convulsa de los hombres que se debaten en los conflictos violentos y las guerras. Porque la naturaleza se proyecta sobre sí misma; hasta que se haga realidad el anhelo de paz.

Salamanca, 17 de agosto, 2015

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