La educación cristiana es importante en la vida de las personas. Ángelo Giuseppe Roncalli, desde niño, tuvo la suerte de tener una vida llena de amor a María. Cada mañana oía a su madre que le despertaba al sentir la campana del Ángelus y decía arriba, Juan, vamos a rezar el ángelus.
Ya a los cuatro años su madre le llevó al Santuario de la Virgen de Cánove. Como el gentío era enorme y no pudo entrar en la capilla, su madre lo levantó, para que pudiera agarrarse a los barrotes de la ventana, que hay en la entrada y le dijo: "Mira, Angelito, mira bien a la Virgen, allá dentro con su Niño Jesús, y pídele que te bendiga".
Cuando era seminarista comenzó a escribir unos apuntes personales: el Diario de un alma; en él iba anotando las interioridades de su alma, sus proyectos y propósitos.
Siendo Papa nos escribe que, entre sus devociones personales, rezaba todos los días el rosario completo (los quince misterios). Con el rosario rezaba por todo el mundo y a cualquier persona que lo visitaba le regalaba un rosario.
En cada rincón del mundo hay un santuario. Cada santuario mariano guarda un museo de tesoros. El tesoro más valioso, sin duda, es el de la Virgen. Así ocurre en Jasna Góra, con la Virgen de Czestochowa, patrona de Polonia. Juan Pablo II, polaco, tenía una especial devoción a la Virgen de Czestochowa.
El Icono de la Virgen fue pintado, según afirma la tradición, por san Lucas. El cuadro de la Virgen es el corazón del santuario y la fuerza que llama a los peregrinos del mundo. Lo que ha hecho famoso a este lugar es la presencia milagrosa de la imagen que siempre a amado a los peregrinos. El peregrino que mira desconsolado a María, encuentra la mirada de consuelo de la Madre.
La Virgen de Czestochova viene representada como una Virgen Odigitria (Guía) con el Niño sobre el brazo izquierdo. El niño gira ligeramente la cabeza hacia la derecha, pero mira al espectador. Con la mano derecha hace el gesto de la bendición, mientras que con la izquierda aguanta un libro cerrado. Los colores y ornamentación son muy particulares, ya que el manto de la Virgen es azul verde, cubierto de flores de oro. También los vestidos del Hijo son muy recargados. Todo ello indica que el icono no ha sido decorado por un artista bizantino, sino por un occidental. Algunos dicen que pudiera ser realizado por un pintor del círculo de Andrea Vanni de la escuela de Siena a fines del siglo XIV.
La cara de la Virgen está marcada por dos rasguños paralelos y un tercero que atraviesa a los otros dos. Su cuello presenta otros seis arañazos, dos de los cuales son visibles y cuatro apenas se perciben. De alguna forma la Virgen lleva en su cara las mismas heridas y marcas que muchos de sus hijos tienen en el alma y en el cuerpo
Millones han sido los peregrinos que han acudido al Santuario de Jasna Góra a rezar a la Virgen de Czestochowa. Me llamó la atención el relato de una anciana de 80 años, quien desde lejos quiso llegar al lugar santo. A medio camino se enfermó y todos los familiares y médicos le persuadían que desistiera, que volviera a casa. Ella, con una gran fe inquebrantable, decía: "Si la Virgen me ha ayudado a caminar la mitad, me puede dar fuerzas para terminar el resto" Y, efectivamente, llegó al Santuario y allí se quedó una semana en retiro y en oración.
Para entender la vida, poder encontrar fuerzas para vivir, muchos necesitan subir, llegar a un Santuario. Para subir al cielo, es necesario caminar con los pies muy bien puestos en la tierra, pero con la mirada puesta en lo alto. Quien visita Jasna Góra y ve las cicatrices de la Virgen de Czestochowa, encuentra una gracia especial para sanar todas las heridas del mundo, una fuerza especial para amar y perdonar. Gracias a María, presente en todos los santuarios y corazones del mundo, el peregrino encuentra la luz y la fuerza para seguir en pos de Jesús, cargando la cruz de cada día.