Me llega una consulta de una mujer. En resumen me dice: "mi marido me fue infiel, yo me separé (contra su voluntad), han pasado 5 años y ahora quiere rehacer la pareja. Yo no sé que hacer. Dudo, pero de momento mi dignidad me frena. ¿Puede aconsejarme qué es lo mejor?"
Mi respuesta, en breve, es está:
"En primer lugar, yo no sé que es lo mejor, no solo porque no les conozco a ustedes, sino porque aunque les conociera es una decisión suya.
Aristóteles decía que no podemos ser sabios (predecir en estae caso con seguridad como van a ir las cosas) y que, por tanto, la virtud más importante es la "prudencia": sopesar las alternativas y finalmente decidir. Las "dudas", después de analizar las alternativas, solo se resuelven con una decisión.
En todo caso, sol le comento el único dato que usted me da. La dignidad es fundamental en la vida, pero no se pierde si uno ha sido ofendido y perdona, más bien con ello se demuestra la grandeza de corazón con el otro y la inteligencia emocional en relación a los propios deseos e intereses, si estos se resuelven mejor con el otro. Pero para ello, claro está, el otro tiene que reconocer su falta (si es así como lo vive usted, porque no todo el mundo vive estas cosas de la misma manera y de hecho hay parejas que no se separan por este motivo) y reparar en lo posible lo sucedido, entre otras cosas con nuevos compromisos entre ustedes. Compromisos que les corresponde a ustedes establecer, ¡ojala! con lealtad por ambas partes, porque éstos pueden ser muy diversos, tantos como parejas.
Ya ve que no puedo aclararle sus dudas, y es que esto de las relaciones permite muchas variantes, parejas muy diversas, y el "mar de dudas" solo se aclara nadando, después de sopesar con prudencia, según las propias creencias y valores, si vale la pena o no tirarse al agua. Y cuando se trata de dos, claro está, conviene saber si ambos quieren y deciden ir en la misma dirección, porque el mar no tiene rutas predeterminadas, como la vida en pareja.. En este caso, tiene mucha razón el poeta, solo se hace camino al nadar; pero con una ventaja, usted tiene ya una larga experiencia con esta persona y es seguro que, además de corresponderle tomar la decisión, sabe mucho más que yo, sobre el camino que les espera. Solo un consejo, eso sí, con él o sin él sean ustedes naranjas enteras, no medias naranjas que no son capaces de nadar por sí mismas. ¡Suerte y al agua! y ¡Suerte también, si usted decide quedarse en tierra! Eso sí, no deje de ser "sí misma", bien enterita, rodando por la vida o braceando con compañía o sola.