OPINIóN
Actualizado 14/08/2015
Marta Ferreira

Dicen los del tiempo que seguirá haciendo calor la próxima semana. Y yo me lo creo y vuelvo a mi terraza de la Plaza Mayor a ponerme morenita, a sentir la placidez de los rayos de sol que me trasladan al nirvana: calor, placidez, sosiego. Porque eso nos trae también el verano: nos cambia los tiempos, el ritmo, el estrés, es como si ya no tuviera sentido acelerarse, nos hace distintos. Es curioso esto del tiempo, cómo nos condiciona hasta extremos insospechados. No me extraña que en Rusia nacieran Chejov, Dostoievski y Tolstoi, con el frío que pela allí qué iban a hacer: leer, escribir, pensar. El calor no invita precisamente a eso, invita al ocio, a la juerga, a la exterioridad. Es la ventaja que tenemos en España: tenemos tiempo para todo, invierno para sumergirnos en nosotros mismos, otoño para la melancolía, primavera para la esperanza y verano para la explosión de los sentidos.

Qué bien me siento en verano, lo confieso. Sí, a veces es a veces inaguantable, con el tórrido bochorno aplastándonos la cabeza, pero lo normal no es esto, y en Salamanca no te cuento: nuestros veranos son de climatología variable, con días nublados y hasta fríos, por eso aquí nadie se ha hecho rico con el negocio de las piscinas. De ahí que haya que aprovecharlo a fondo y días como los que hemos tenido nos inviten al paseo, a lo lúdico, al goce desenfrenado de los rayos de sol, que empujan al optimismo, a la explosión de lo sensual, a la felicidad espontánea. Quien no es feliz en verano, dudo que pueda serlo en el resto del año.

Cuando calienta el sol me siento mejor, me veo mejor, es como si todo me impulsara al disfrute y a la contemplación. Cuesta trabajar por tanto en esta estación, más propio de tiempos oscuros y tristones, entonces trabajar es una compensación a la adversidad climatológica, pero ahora qué va: ahora hay que salir, nadar, sumergirte en tertulias nocturnas con tus amigos. El verano es tiempo para vivir, sin más, ¿hay algo más importante, por otra parte?

Ojalá este verano sea largo, ojalá esté lleno de momentos inolvidables, de amor, de alegría, de pasión, de horas interminables de luz, recargando nuestras pilas para esas otras hermosas estaciones que nos aportan lucidez y nos siembran de preguntas que nunca tienen una respuesta definitiva. Pero el verano no, al verano no le pedimos preguntas: el verano es un sí a la vida, el verano es la respuesta que estábamos esperando en tantos momentos oscuros en los nueve meses precedentes. El verano nos dice que merece la pena estar aquí. Aprovechémoslo, seamos pródigos en disfrutar la felicidad. Y no nos hagamos preguntas entre tanto: la vida es la respuesta, poco más hay.

Marta FERREIRA

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