'Te queda monísimo'. Su amiga Marta, con ese cinismo que ofrece la arrogancia del guapo, insistía en que se quedase ese bañador estampado de llamativas flores, con el que parecía una salchicha de Frankfurt vestida de fiesta. Ese mismo bañador que ella, unos minutos antes, lucía terriblemente hermosa, resaltando su bronceado de rayos uva y su esbeltez de horas y brincos de gimnasio.
Y esa criminal luz fluorescente del probador, que le daba un aspecto blancuzco, macilento e insano. Dos cuerpos 'danone' pero, el suyo por ese color 'natural desnatado' después de un largo invierno.
'De verdad, llévatelo?,además, así ajustadito te hace estar más sexi'.
¿Más sexi?, sería para lucirlo en un bar de carretera porque las mollas que le salían por todas partes podían ponerle a un camionero necesitado, nada más.
Su amiga volvía a la carga, parecía disfrutar con ello: 'en cuanto te dé un poco el sol te verás mucho mejor'.
¿El sol?, peri si a ella el sol le sentaba fatal. El primer día de estar en la playa su escote se cubría de manchas rojas y al siguiente, ya todo su cuerpo salpicado de ronchones encarnados era de un ver.
No lo pudo resistir. No lo pensó. Se sacó de un golpe el bañador y lo enroscó con fuerza alrededor del cuello de Marta. A medida que apretaba, el color de su cara comenzó a enrojecer, pero luego pasó a parecerse más al suyo, más pálido, y, sobre todo, más enfermizo.
No se sintió culpable. Ese verano y unos cuantos más los pasó relajada en Yeserías. El traje de reclusa, suelto y holgado, le sentaba fantástico, disimulaba sus cartucheras y michelines. Además ese año no aparecieron las odiosas manchas rojizas que provocaba su alergia al sol: ese verano y unos cuantos más los pasó?'a la sombra'
Marta ese verano se quedó 'en los huesos'.