Me sentí indignada, herida, ofendida, como imagino que se sentirían los miles de millones de cristianos repartidos por todo el orbe, si no fuera porque afortunadamente estas cosas no llegan a más de tres.
Jueves pasado, cadena Cuatro, programa Sopa de Gansos, monologuistas con los que suponía iba a entretener mi mente sin más transcendencias, simplemente humor.
Y llego él, el imbécil, calificativo que según la RAE se refiere a alguien poco inteligente, torpe o que se destaca por un comportamiento poco pertinente.
Este imbécil, jovenzuelo él, de cuyo desconocido nombre no tomé nota, basó su monólogo "humorístico" en hacer mofa y befa de la figura de Jesucristo, de los apóstoles y de todo su entorno, comparándolo con un equipo de fútbol en una letanía de desafortunadísimas chanzas. Quede por ejemplo una en la que ante una supuesta lesión en el pie, el entrenador dice "eso con unos clavos se arregla"
A los que vivimos el cristianismo y sentimos el sufrimiento de la pasión de Nuestro Señor, esto nos ofende, nos indigna, nos duele.
¿Dónde está el respeto, no ya solo por las creencias, sino por los personajes históricos reales que fueron ejemplo de vida y entrega por los demás? Porque no olvidemos que Cristo no solo es el Dios de los cristianos, sino un personaje real para quien no lo vea desde el punto de vista religioso, que lo dio todo por el hombre.
Comparo esta soez burla a los chistes que no hace mucho nos indignaron a todos los bien nacidos sobre el holocausto judío o sobre Irene Villa. Los cristianos han sufrido y sufren otro gran holocausto, persecución y martirio, precisamente por amar y seguir a Cristo, al que un imbécil se ha permitido utilizar para hacer maldita la gracia.
Decepcionante fue también oír las risas del público. Pero ¿dónde está el respeto, la inteligencia, la chispa, lo que de verdad daría valor a un humorista sin tener que recurrir a tales bajezas?
Sugiero al imbécil que el próximo monólogo lo haga sobre su madre. Al fin y al cabo como mucho ofendería a sus cuatro familiares, no a los más de dos mil millones que somos los cristianos.