OPINIóN
Actualizado 12/08/2015
Elisa Izquierdo

Y me he vuelto loca pensando que pasabas demasiado deprisa, o que simplemente te estancabas en mitad de la nada sin querer moverte. He estado muchas veces en ese lugar, donde solo tenías recuerdos para mí, de esos que te has llevado y que solo tú has podido devolverme.  Me has enseñado a no quererte del todo, a dejarte volar. Te he visto sentado en el mismo banco diciendo 'algún dia tendrás otro par de errores de los que hablar conmigo'

Hemos charlado largo y tendido, y también me he tapado los oídos para no sentir que te me ibas de las manos, perdiéndote entre horas pesadas, recuperándote en momentos efímeros. Muchas veces me ha parecido que sonreías, como dándome prórroga antes de llegar al límite, pero siempre has vuelto para saldar deudas. Lo que no acaba solo lo sabes tú, y al final eres ese maestro que nunca dejará de explicar la lección de mil formas distintas. Así a pedacitos te has roto contándome cuentos de hadas por las noches, diciéndome que podía volver a ser una niña en algún cajón del pasado. Me has engañado también, haciéndome soñar que se podía retroceder y después de una bofetada y una caricia me has dicho que aprendiese a avanzar y enmendar, que la paciencia es tu mejor amiga. En ocasiones te he preguntado por qué no me dabas respuestas, por qué tardabas tanto en decirme si era suficiente o suficiente es algo que tú no entenderás jamás. Me has ofrecido lo que ya casi nadie tiene: esperanza. Aunque a veces fuese del  tamaño de una aguja me has cosido las heridas con ella y me has dicho 'todo pasa, todo llega, todo sana o casi todo'

Te he confundido con la distancia, y mira que a veces váis de la mano. Pero tú puedes más, al fin y al cabo la distancia se deja medir. Ella es diferente, le gusta huir de vez en cuando pero se vuelve pequeña cuando quiere, es como una niña caprichosa que juega a ser invisible. Hoy aquí, mañana a kilómetros. En cambio tus planes no los conoce nadie, ni si quiera eso que llaman destino. Cuando miramos el reloj y lo volvemos a mirar ya no eres el mismo, por eso dicen que pocos creen en ti. Cada segundo y cada minuto los estiras y arrugas a tu manera. Esa manera que tienes de prolongar un abrazo para que se recuerde eternamente, o de que un beso dure tan poco que parezca evaporarse en el aire. Meses y años no son más que apodos para ti. Me has enseñado a ver a través de tus ojos y tú te has mirado con los míos. Me has regalado bastantes cosas, pero nunca tantas como para no darte algo a cambio. Te has hecho de rogar y otras veces has preferido ir por delante de mi. Porque sabes que las prisas no son buenas y que si estoy detrás es porque tengo que aprender a pararme. Te me has escapado algunas veces y creo que si echáramos una carrera me ganarías otra vez. Me has enseñado a observar lo que queda por recorrer y lo que he recorrido a tu vera. A buscar caminos, a esperar, a encontrar... Pero sobre todo a tomar decisiones.

Antes de que tú -querido Tiempo- lo hagas por mí.

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