Robos de cobre, hurtos de carteras, desvalijamientos de pisos, atracos a joyerías o alunizajes en perfumerías, son sólo algunos ejemplos de la Marca España.
Los Cuerpos y Fuerzas de seguridad del Estado ven, día tras día, como su trabajo es frustrado por unas leyes sin sentido que mantienen al delincuente en libertad, robo tras robo, por una u otra causa; del mismo modo que el personal de limpieza ve, impotente, cómo, al terminar su tarea, vecino tras vecino le pisan "lo fregao".
Entiendo que no entiendo y no soy sabedor o erudito en preceptos, edictos ni legislación pero, quiéreme sonar, que existió una ley en España más o menos por el 33, que se aprobó en el Congreso por unanimidad y que se le antojaba al pueblo llamarle: "La Gandula". Dicha ley y otras parecidas, regulaban las idas y venidas de carteristas, vagabundos, proxenetas y, sobre todo y ante todo, controlaban a individuos (en el sentido más peyorativo de la palabra) que experimentaban aumentos sospechosos de capital sin una clara justificación. Algún iluminado pensó que esta ley tenía ecos franquistas y fue borrada de un plumazo. Con ella se fueron al retrete leyes que regulaban la harmonía de nuestro país, entre otras: la reincidencia y el hurto.
Abriendo los ojos un poco, veo cómo personas con más de 800 antecedentes policiales y cientos de causas judiciales, campan a sus anchas por las mismas calles que nuestros hijos, y cometen delitos sin pudor, gracias a la impunidad que les da nuestro pobre código penal.
Carteristas bosnias, ladrones búlgaros o violadores asesinos españoles (El Rafita, Miguel Carcaño?), se cachondean de nosotros gracias a tipejos que crean leyes estúpidas y débiles pensando que con ello son la mar de demócratas.
El argentino Manuel Belgrano dijo: "El modo de contener los delitos y fomentar las virtudes es castigar al delincuente y proteger al inocente." A ver si tomamos nota de una vez, para que bandoleros del siglo 21 no nos roben lo más preciado: Nuestra dignidad.