(Para aquellos que alguna vez se sintieron libres en sus calles...)
Este hombre que se ha sentado a mi lado tiene alma de poeta.
Ha destapado sus canas escondidas de la lluvia, ha abierto un libro
y se ha sentado frente a frente con el agua, a mi lado.
Se le ha acercado una madre con su hijo, un niño ligero
asomado a sus arrugas, una vieja alumna, intuyo,
un buen recuerdo.
Al poco, el sol y la tarde se nos han ido escondiendo. Con miedo,
con miedo de estropear el idílico entorno, la tarde
parisina.