El agosto pasado los becarios de la prensa se foguearon con el ébola. Y nos llenaron las lecturas de la playa, los telediarios en el bar del pueblo y los boletines informativos en la radio de la carretera con ébolas africanos. Supongo que ninguno de ellos ?como la mayoría de los periodistas a los que sustituyen en vacaciones- había estado en Liberia ni en Sierra Leona, ni en ningún país del África del Oeste. Y me tocó leer, ver y escuchar auténticas barbaridades referidas a los misioneros, a la situación del continente y al propio ébola. Estoy convencido de que no había maldad; sólo desconocimiento y falta de experiencia a la hora de ir a la fuente, contrastar y saber dar con los mejores expertos en la materia, a saber: África, misioneros y ébola. Pero este no es el tema.
Este agosto los becarios de la prensa ?seguramente diferentes a los del año pasado aunque en idéntica situación precaria- se han encontrado con la catástrofe del Mediterráneo y el drama de la emigración. Y otra vez rebosan los papeles diarios de fotos dramáticas, las televisiones repiten una y otra vez imágenes impactantes de niños salvados de morir ahogados, las radios ?con diferentes tertulianos y la misma falta de conocimiento- no dejan de generar opinión sobre el asunto de la movilidad humana. Y claro, de nuevo me toca asombrarme con lo que leo, escucho y veo en los medios de comunicación. Y claro, vuelvo a pensar bien. Y justifico las sandeces y mentiras contenidas en casi todas las piezas informativas que me ha tocado aguantar porque los becarios y becarias no tienen experiencia a la hora de ir a la fuente, de contrastar y de saber dar con los mejores expertos en la materia, a saber: Países empobrecidos y movimientos migratorios forzados.
Y a mí, que no me toca cubrir la noticia, me apetece decir algunas cosas sobre las que aún no he oído, visto, ni leído nada de nacin en ningún medio alimentado por becarios: Las personas, vengan de donde vengan y tengan el pasaporte que tengan, son lo más importante. Más que las banderas, más que los gobiernos, más que las fronteras, más que los mercados y más que todos los falsos miedos envueltos en noticias cuya moraleja común siempre es: "sabían a lo que se exponían".
Y una mierda así de grande.
Entre otras muchas cosas porque no es lo mismo "salir de un país" que "tener que huir de un país". Y, sobre todo, porque en un mundo global donde cada vez estamos más comunicados sólo nos quedan las dos alternativas que propuso Martin Luther King. "O vivimos todos juntos como hermanos, o morimos todos juntos como idiotas".
No sé si fue en agosto, pero el que dijo esto era negro. Y lo mataron.