El presidente Obama acaba de anunciar medidas concretas para que EEUU reduzca la producción de CO2 apostando por energías renovables. He tenido que escuchar dos veces la noticia para empezar a creérmela.
No sé si este anuncio será consecuencia de la oleada de incendios que asolan el país debido a las inusuales altas temperaturas y a la también inusual sequía. O si su decisión se deberá a que quiere hacerse merecedor del nobel de la paz que ostenta. También puede que simplemente se haya dado cuenta de que como la temperatura media del planeta siga subiendo a esta velocidad, sus nietos, los suyos y los nuestros, harán realidad esas sociedades, hasta ahora de película, en las que se paga por el aire, por el agua, por la luz del sol, en las que se vive bajo tierra rodeados de una miseria que no se conoció ni en los peores momentos de la edad media.
Ha costado muchos decenios que uno de los cuatro países más contaminantes del planeta empiece a tomarse el cambio climático un poco en serio. Ya solo falta convencer a China, Rusia e India, a las llamadas economías emergentes, a los países industrializados, a las multinacionales, a los gobiernos de cualquier pelaje y a los ciudadanos en general.
De nada sirve que un país?, ayuntamiento?, vecino?, controle la contaminación de su medio ambiente si el país?, ayuntamiento?, vecino de al lado, sigue viviendo como si el planeta fuera un gran basurero.
Pues este basurero está a punto de colgar el cartel de "completo", y nosotros, todos nosotros, vivimos dentro.