OPINIóN
Actualizado 05/08/2015
José Amador Martín

 

Hubo una nueva música entre la ciudad y yo,

un manantial de ofrendas, un manojo de sueños,

y me llené de la magia de la luz y sus instantes,

navegando en las calles azules de tu cuerpo.

 

 

En el universo de la poesía parecen ubicarse los sentimientos y las pasiones o, en un término más técnico, el lirismo. la melancolía es un sentimiento o una pasión y constituye una buena parte del lirismo.

La melancolía no sólo se asocia con la nostalgia, la tristeza, la inacción, sino que el valor positivo de la melancolía, según Aristóteles, es su fecundidad y potencia creadora. No extrañará, desde esta perspectiva, que la melancolía sea, un tema literario o poético, por más que en determinadas épocas o movimientos literarios la melancolía haya jugado un papel tan especial que en esa fijación los contenidos hayan quedado transformados.

 

A veces en mi caminar quiero recordar

las ventanas abiertas a la noche,

esos sueños de océanos azules

esas islas de ausencia, presagio del llanto.

 

Una madreselva anida en el espacio

de la casa vacía entregada al olvido

y flota en el aire el sabor de la ausencia

y un suspiro profundo mantiene la esperanza

de las palabras, dichas, que no mueren nunca.

 

A veces, quiero recordar lo que no ocurrió nunca

aquello que llena nuestras mentes

de lo no vivido, real y deseado.

La vida, para ese momento,  tiene espacios de sombra

y la luz es un rincón en la memoria

 

¿Existe una poética de la melancolía? Se puede demostrar que sí, la melancolía potencia la capacidad creadora y a su vez el análisis de lo que acontece en la vida de las personas,  tiene como compañeros comunes al temor y a la tristeza. El temor y la tristeza son los verdaderos caracteres e inseparables compañeros de la mayoría de los melancólicos, también el motor creador de muchos poetas.

 

Hubiera deseado abandonarme en un río de platas amarillas

o, acaso, en un acontecer de días hermosos,

de esos que discurren lejanos por las horas,

pero fue un vendaval quien me llevó a otras playas

sin destino ni rumbo

por la cartografía olvidada de lejanas rutas.

Y me envolvió como la luz del día,

como la sombra de la noche y se hizo sueño.

 

 

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