OPINIóN
Actualizado 05/08/2015
Miguel Mayoral

   Para poder afirmar que una época está en crisis han debido minarse sus fundamentos más profundos, lo cuál quiere decir que se ha tenido lugar una crisis religiosa y filosófica, es decir, de las ideas. La visión del mundo, los valores que rigen el actuar, y los esquemas conceptuales para entender la realidad parece que han dejado de tener vigencia coincidiendo con este acelerón tecnológico que participa de todas las crisis que rodean nuestra existencia. Estamos ante un vacío de valores, en el que ya no hay nada seguro donde asirse, nada que permanezca, nada que aguante los cambios. Pero las ideas mueven la historia. A toda crisis de época, le ha precedido una crisis en las ideas. Que a su vez es consecuencia de lo peor en lo que puede caer el ser humano que es en el olvido, porque olvidar es negar la verdad. Parece que ahora con está crisis económica sin final estamos iniciando una crisis de las ideas, que se nos quiere imponer, sumándole además el temor a comprometernos.

   En estos tiempos en que empieza a primar la indiferencia o el sálvese quién pueda debemos replantearnos gracias a qué ha forjado sus valores la sociedad occidental después de una andadura de 2000 años. Debemos recuperar para la sociedad el saber de una razón, la cristiana, comprometida con la vida humana. La sociedad, de la que forma parte la política y la economía, debe aprender de nuevo a pensar en los demás, a ser solidaria. Si no finiquitamos el individualismo que se nos está imponiendo desde muchos puntos e intereses gracias a las nuevas tecnologías no saldremos de esta crisis. Muchas familias se comunican por redes sociales en la misma casa.

   Se están creando espacios virtuales en los que se debate de una realidad que se tiene por virtual o se nos impone una nueva virtual pero dirigida con unos fines. La alegría y el dolor cotidianos tan necesarios para el desarrollo emocional se están circunscribiendo al roce de un teclado que no nos desarrolla como personas. La respuesta a lo que vendrá es difícil, al igual que saber si nos estamos equivocando pues para el hombre es tan difícil de prever el futuro como de ponderar y extrapolar el presente.

   De momento nuestra realidad virtual se compone de recortes sociales, económicos, de desahucios, pobreza, paro, y corrupción, además de rescates con dinero de todos a entidades privadas que forman un sistema bancario. De guerras y desplazamientos de población que por cercanos o tan cotidianos no parecen tangibles. Realidades que cada día parecen más ajenas. Cada día está más claro que si la ciudadanía no toma conciencia de sí misma esto no irá a ninguna parte ya que nos hacen participes y culpables de un sistema que no es el nuestro.

   Ante la necesidad, la indiferencia es maldad. Lo más absurdo de todo lo que ocurre en nuestras vidas es que, cuando encontramos la verdad, nos parece que es mentira. Nuestra sociedad adolece de lo que decía José Bergamín: "Lo más terrible de todo es soñar que no se vive y vivir de cualquier modo". Ante tanta indiferencia habrá que empezar a pensar en: ¿quién nos deja vivir así y hasta cuando? y ¿quiénes seremos los próximos?

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