OPINIóN
Actualizado 02/08/2015
Fernando Saldaña

Dice Nekane, que lo de Cecil, el león de Zimbabue, viene bien para concienciar a la gente sobre la necesidad de no andar por el mundo matando animales, como si todos fuésemos el Rey de España. También afirma, que a ver si nos aplicamos el cuento, que dejemos de ser tan hipócritas y que prohibamos de una vez la tortura pública de toros en una plaza circular con suelo de arena.

Responde Emilio, el camarero, que qué tendrán que ver las churras y las merinas, que los toros son una parte insustituible de nuestra cultura y que no es comparable la caza mayor con la fiesta nacional.

Pienso yo, en silencio, que tan tradicional fiesta respondía a un rito de iniciación de los caballeros, y que si de verdad quieren demostrar que son adultos, que se matriculen en una facultad y hagan algo de provecho, algo diferente de torturar animales o casarse con anónimas aspirantes a famosas, que luego nos crecen las Belén Esteban y nos convertimos en país de charanga y telecinco.

Como si me leyese el pensamiento, Emilio reitera que los toros son cultura y yo le digo que no cuela, que la crueldad y el esperpento nunca serán cultura.

Pido que nos sirva otra ronda y pago feliz. Brindo por el felino, por el macho alfa, por Cecil, el león emboscado y asesinado. Al menos nos permite volver a sacar el tema del respeto a los animales. Los animales de cuatro patas. Los de dos, nos siguen ganando la batalla desde hace siglos.

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