OPINIóN
Actualizado 02/08/2015
Soraya Herráez y Rebeca Martín

Salamanca en verano se convierte en una especie de Babel donde se habla más inglés que castellano, las calles se olvidan de dormir y la media de edad de la población se reduce considerablemente. Y es que muchos estudiantes extranjeros escogen la ciudad como destino para aprender español, gracias a la tradición de su Universidad, el prestigio de sus escuelas de idiomas y, por qué negarlo, la fama de su vida nocturna.

Es nuestro deber como salmantinos y salmantinas resaltar las bondades de la ciudad alejándolas del desenfreno y la falta de ética o de valores que demuestran algunas prácticas que solo se dirigen a llenar locales de copas y a enseñar, pero no el idioma. No en vano algunos han definido la noche salmantina en los meses de verano con un escueto: "extranjeras que enseñan, salmantinos que miran".

Nosotras queremos acabar con esto. Y nuestra humilde aportación está relacionada, como no podía ser de otra manera, con la lectura y la creatividad. Desde Unpuntocurioso estamos convencidas que se puede aportar a la enseñanza de español, y a todo el mercado que se mueve alrededor, un punto de vista literario y actualizado que cambie el foco de atención y le devuelva al aspecto cultural que nunca debería haber caído.

Hemos trabajado con varios grupos de estudiantes extranjeros y con ellos hemos recorrido la ciudad, mientras jugábamos a inventarnos distintos usos de la capa del Lazarillo, o después de convertirnos en Melibea y Calixto para hacer una improvisada grabación de un corto. Incluso hemos probado a realizar magia negra en la Cueva de Salamanca con sencillos sortilegios. Para ello nos hemos ayudado con las imprescindibles Leyendas y rumores extraordinarios de la ciudad de Salamanca de Tomás Hijo, la versión que Carlos Blanco publicó recientemente del pícaro Lazarillo de Tormes,  y también  las Leyendas y tradiciones salmantinas de la recientemente fallecida María Dolores Pérez Lucas.

No hablamos de pasear sin más por las calles de la zona antigua, sino de aportar sentido a lo que cuentan las piedras, crear un álbum de rincones literarios, grabar audiorrelatos, pensar en qué haría Unamuno si tuviera Facebook, jugar a un pasapalabra charro? Mil posibilidades que proporcionan los libros y que invitan también a comunicarse, el objetivo de muchos estudiantes que se ven empujados a intentarlo solo por la noche.

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