Antonio González es un salmantino que ha trabajado en muchos países tanto de América como de Oriente Medio y en cada uno de ellos sin duda ha vivido experiencias muy interesantes.
Hoy desde su jardín nos cuenta su encuentro con un CHAMÁN de una tribu Mexicana.
Antonio conoció a Jorge, el chamán a través de una persona que le habló de sus tratamientos y animado por la curiosidad de su esposa acudieron a su consulta sin saber ni a quien ni qué se iban a encontrar. El encuentro fue fascinante, Jorge resultó ser un hombre culto, médico de profesión y sabio por herencia genética. Antonio comenta que guarda en su interior y para él solo el tratamiento que le hizo, pero que sí puede manifestar que desde ese día se encuentra con más energía y positividad.
Después de esa consulta el Chamán invitó a la fiesta que su tribu celebraba por el solsticio de verano.
Cuando llegó al lugar donde se reunían se encontró con un gran árbol en cuyas ramas habían colgado papeles cargados de deseos.
La tribu estuvo tres días y tres noches bailando, haciendo pequeños descansos para fumar pipas, tal y como las vemos en películas de los Sioux. Las mujeres eran las encargadas de tocar los tiimbales a la vez que entonaban canciones de danza.
Acabaron la fiesta enganchandose en la piel cuerdas atadas a trozos de madera y bailaban hasta que se desgarraba. En ese momento los invitados chillaban de alegría y el CHAMÁN sanaba al herido con plantas.
Sin duda estos ritos nos sorprenden, pero como dice Antonio hay que vivirlos en el contexto para poder entenderlos. Las culturas mexicanas están muy arraigadas y celebran y conservan muchos ritos y prácticas sanadoras difíciles de comprender en nuestro mundo occidental.
Para nuestro amigo tener la oportunidad de conocer gente tan fascinante como este Chamán ha sido una gran oportunidad de enriquecimiento personal.
Gracias Antonio por compartirlo con nosotros.