El poder de la Cizaña

Debe ser por el periodo estival, la edad, la vagancia que debo de llevar en mis genes, no sé  a qué se puede deber pero la realidad es que llevo varios días mareando la perdiz en busca de un halo de luz que me enseñe el camino de mi nuevo texto para poder compartirlo con ustedes (¡que prepotente!)? bueno contigo. Hay veces en que uno tiene mucho que decir pero la mayoría de las ocasiones no hay nada que merezca la pena reflejar en el folio en blanco, o al menos que merezca el esfuerzo de aporrear mi triste teclado. Yo creo que por eso los medios de comunicación tienen dificultades para rellenar hojas virtuales o de las de siempre con información veraz. Las noticias de verdad no cunden y a veces es mejor dar rienda suelta a la polémica, sea cierta o no.

Me he puesto a husmear por foros y medios dónde se dan opiniones escondidos tras unos sufijos y hasta me ha parecido divertido. En el mundo de las bodas hay cientos de páginas que dan la opción a novias reales y a "pseudoprofesionales" disfrazados de novias opinar de forma incontrolada y a sabiendas que nadie les contestará en la misma medida o que nunca recibirán el peso de una justicia pasota con este tipo de elementos. El asunto parecía goloso para la columna, así que he escarbado un poco más, buscando sangre, por supuesto, buscando escándalo en mi propia empresa. Y me asombra encontrar opiniones de "clientes" que ni en espacio ni en tiempo han sido atendidos es más, ni tan siquiera nos ubican. Y me sorprende mucho más como otros u otras contestan amplificando lo negativo teniendo las mismas bases que los primeros.

Y ya metido en harina, me he puesto a recordar esas meteduras de pata dónde alguien escribe en una red social algo para desprestigiar a un "amigo" virtual al que en otro grupo, foro o espacio irreal lo ha alabado hasta la extenuación. Claro está, nunca pensaron que este mensaje pudiera llegar al interesado, pues no han querido entender que lo virtual esta todo conectado.

Maravillosos cientos de "amigos" a los que no se puede rozar, tocar, oler, que teclean el "me gusta" con la misma intensidad que se sacan un moco de la nariz, amigos que son amigos de los íntimos enemigos de sus amigos.

Grupos de WhatsApp, foros, Facebook, twiter? tengo la extraña sensación de una tela de araña que nos envuelve y que nos va asfixiando con una gran mentira de base ¡no son nuestros amigos!, algunos llegarán a serlo, pero será cuando podamos mirarlos a los ojos, tocarlos, sentirlos, otros ya los abrazamos, sentimos, sabemos el sabor de sus lágrimas y el sonido de sus risas por eso son nuestros amigos.

A nadie  nos gusta aparecer como el personaje de los comics de Astérix y Obélix, la Cizaña. Pero como las meigas, "haberlas haylas". Me inclino a pensar que todo viene de esa locura por buscar algo de lo que hablar ocupándonos mas del vecino que del cocido que se quema en nuestra cocina, pero esa cizaña es la que mantine el foro, el grupo, las redes entretenidas con el morbo del secretismo menos secreto. Es una trampa en la que todos caemos. El primero yo, que pongo mi tiempo al servicio de esta columna y este tema.