OPINIóN
Actualizado 28/07/2015
José Javier Muñoz

     Según reciente estudio que amplía los resultados del Informe PISA sobre el rendimiento de los estudiantes europeos, los alumnos españoles están entre los peores de todos los países de la OCDE en habilidades no cognitivas: perseverancia, motivación y capacidad de concentración. La investigación ha sido dirigida por Pau Balart, de la Universidad Carlos III de Madrid, y Antonio Cabrales, del University College London.    

    Oí un debate radiofónico entre especialistas de diversas ramas acerca de la débil actitud que muestran hoy ante el futuro buena parte de los adolescentes y jóvenes. Psicólogos, pedagogos, artistas y comunicadores coincidían en que la falta de motivación es el rasgo más común de las nuevas generaciones. Creo que aciertan, pero en el transcurso de su charla eché de menos una palabra que no llegaron a pronunciar, un concepto que para mí explica como ningún otro la inestable situación social de nuestro tiempo: la obligación.

   Ciertas organizaciones políticas, o politizadas, predican a los jóvenes la exigencia indiscriminada e incondicional de unos derechos que ni les han sido arrebatados ni nadie cuestiona. Algunos de los cuales, además, no han acreditado merecer. Muchas protestas callejeras contra el sistema y contra las leyes, los gobiernos, las instituciones, los símbolos compartidos, la iglesia o las tradiciones se basan en la falacia de que las adversidades y los contratiempos son siempre culpa ajena, y que los remedios corresponden a colectivos abstractos sin mediar responsabilidad individual.

     Para que la vida colectiva resulte justa y equilibrada son imprescindibles los derechos, por supuesto, pero las obligaciones también. Aquí radica el meollo del problema. Se presta una desmedida atención a la reclamación de todos y cada uno de los derechos, pero se olvidan las obligaciones. Me parece que de nuestro ambiente social ?llámese clima moral u opinión pública? han desaparecido el concepto de obligación y cuantos matices conlleva de esfuerzo, compromiso, autoridad, jerarquía y respeto. Decir que los derechos hay que ganárselos mediante el cumplimiento de las obligaciones correspondientes se ha convertido en tabú por influencia de ciertos pseudoprogresistas y analfabetos radicales que campan por sus respetos sin méritos y sin intención de someterse a las obligaciones que les competen.

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