OPINIóN
Actualizado 28/07/2015
Cipriano Pablos

Era de esperar que, con la llegada a la política de la nueva casta, podíamos  empezar a ver episodios poco edificantes e impropios de quienes han sido elegidos para dirigir los destinos de algunas de nuestras Instituciones públicas. Nada que objetar a que estén, puesto que han sido elegidos libre y democráticamente por el pueblo. Otra cosa bien distinta es aceptar algunos de sus comportamientos, modales y formas de actuación.

El cambio que prometían no parece afectar a cuestiones importantes y que tanto criticaban en sus predecesores. Sigue habiendo nepotismo, hacen ostentación de una chulería impropia y no llevan camino de ser los mejores gestores de lo público. Las mayorías también se equivocan, aunque legitimen.

Que quieran hacer desaparecer todo lo que a ellos, por su ideología, no les gusta, es una aspiración legítima. Pero hay cosas que tienen un camino y un procedimiento que es necesario respetar para no caer en la anarquía. Todo lo que ellos hacen es democrático, aunque lo hagan por la fuerza y porque les da la gana. Lo que hacen otros que no son de su cuerda es, además de discutible, fascismo puro y duro.  Habrá que recordarles que fascismo no es más que otra forma totalitaria de gobernar y que por su historia y resultados no es más indeseable que el marxismo-leninismo-stalinismo y otros ismos por los que ellos se rigen.

La bisoñez que están demostrando donde han "pillado" poder es alarmante. La jerarquía que han establecido en la larga lista de problemas que hay en cualquier ciudad o pueblo deja mucho que desear. Están ocupándose de verdaderas simplezas, no de los  problemas de la gente. Será que es más importante para ellos dejar sus señas de identidad que no son otras que odio, desprecio y falta de respeto por todo lo que signifique y simbolice a España, repito, a España, su jefe del Estado, que es Rey, sí, pero Jefe del Estado, y muchísimo más barato que  cualquier jefe republicano que pudiéramos tener.

No podemos esperar nada positivo, para nuestro inmediato futuro, de estos personajes. Y se equivocan quienes han prestado su ayuda para que gobiernen - o desgobiernen - donde lo hacen.  Han aportado también ellos su buena  ración de odio y menosprecio. Y no debemos permitir que rehuyan su responsabilidad.

En dos meses no podemos contabilizar actuaciones dignas de mención, salvo episodios ridículos e impropios de gobernantes responsables.  Esto es lo que nos hemos dado y seguramente lo que nos merecemos. Sea como fuere, vamos mal, España irá mal con esta casta. Y el futuro no será mejor, ese futuro que nos pertenece a todos, también a quienes no pensamos como ellos y no confiamos en sus promesas.

No cabe más ignorancia y así no se llega lejos. 

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