OPINIóN
Actualizado 26/07/2015
Victorino García Calderón

Cada año, llegadas estas fechas, viene ocurriendo lo mismo: en cualquier calle te puedes tropezar con lo que fue un capricho pasajero, un regalo de navidad o de cumpleaños y que una vez visto, como tantas cosas en esta sociedad tan inhumana que estamos ha

Cada verano, a finales de julio, se viene repitiendo la misma canción y no es el otrora temido tema veraniego del inefable Georgie Dann, pero es tan machacona, insistente e inhumana como las del cantante francés, es más, es mucho peor: el abandono sistemático de miles de perros por todo el estado español, al fin y al cabo con las canciones del francés algunas veces podíamos apagar la televisión o la radio y ¡sanseacabó! pero con los abandonos de animales la letra es de otro cantar.

Aquel "regalo" de navidad o de cumpleaños no pensado suficientemente en su tiempo, ha crecido, se mea, hay que sacarlo a la calle, ladra, en fin, se ha convertido en un estorbo en la casa, los niños ya no quieren sacarlo a la calle, tampoco recogen en ella sus excrementos porque les da asco, los padres pasan del tema y encima nos vamos unos días a "en cá la yaya" (que ya tiene guasa el temita sustitutivo del Georgie de los cojones) y? ¡claro! aquella bolita de pelo con ojos se ha hecho tan grande que hay que tirarlo en cualquier sitio.

Les cuento una experiencia cercana: cuando el calor empezaba a ser soportable, hacíamos unas compras en uno de los supermercados de la ciudad y cuando estábamos en la caja, un galgo algo esquelético y muy vivaracho entró en el supermercado, sólo, sin collar, sin correa, sin amo. Se dio una vuelta por toda la tienda buscando a alguien que no encontró hasta que un dependiente fue a buscarlo sacándolo en brazos fuera de la tienda. Después de recoger la compra y ya en la calle nos quedamos al lado del galgo. Tenía un pelo negro brillante, pero se le notaban excesivamente las vértebras y las costillas y al intentarlo acariciar se dejó hacer sin problema alguno, observamos que su mirada era de las que ablandan las piedras y llamamos a unos chicos que conocen a algunas de las protectoras de animales que hay en la ciudad. Cuando llegaron traían una correa, se dejó atar sin problemas y le dimos agua y comida. Se bebió casi una botella de litro y medio y se comió un buen puñado de pienso, fue cogiendo confianza y entre lametones suyos y caricias nuestras se quedó dormido hasta que llegaron las personas que lo van cuidar en los próximos días.

Este es sólo un caso pero los hay a miles y no demuestra otra cosa que vivimos en una sociedad que despiadadamente usa y tira lo que le sobra. Objetos, animales o personas son víctimas de los desaprensivos especuladores que además suelen salir indemnes de sus respectivas fechorías. Juguetes, perros o desahuciados, trabajadores o jornaleros, maestros o médicos, irakíes o palestinos y hasta países enteros son tirados a las cloacas de esta mierda de civilización que estamos haciendo, mientras los corruptos, salen de cárcel o, simplemente no van a ella. Así, los "urdangarines", "fabras", "matas", "pujoles", banqueros sin escrúpulos, fabricantes, traficantes de armas, especuladores financieros y gentes de igual o peor calaña, se seguirán mofando de los que recogen juguetes, perros o desahuciados, pero su sonrisa no es la misma y ni parecida a que la de los que los acogen.

Etiquetas

Leer comentarios
  1. >SALAMANCArtv AL DÍA - Noticias de Salamanca
  2. >Opinión
  3. >La sonrisa del verano