OPINIóN
Actualizado 24/07/2015
Estefanía Rodero Sanz

Siéntelo, es una lucha profunda que enraiza con la defensa de la dignidad en cada rincón de esta tierra. Herencias que se remontan al primer hombre, primera mujer que observó y nada dio por natural, que cuestionó el pan, la libertad, el derecho de sus hijos a no ser avasallados. Venimos de quienes una y otra vez se preguntaron el porqué del acaparamiento, el porqué de la violencia y poniendo su cuerpo en el centro, se acercaron a la plaza pública, una y mil veces, para tod@s, todo.

Eslabones de una genealogía profunda que se ha enfrentado siempre a los privilegios. A los pocos que restringen el acceso de los muchos. A los IBEX-35 en pleno crecimiento mientras en mi país se dispara la pobreza. A todas las puertas, a todas las salas VIP, a todos los gestos sutiles con los que aprendemos que "no estamos a su altura", que "esto no es para nosotros", que "se nace para ello".

Pan y paz, trabajo y techo, desmontando con palabras, a fuerza de convencimiento, las murallas alrededor de Davos, coro de Nabucco frente a la troika, mujer chiapaneca diciendo que no al maíz de Monsanto transgénico.

Privilegios de boutique y palco, coche oficial y puro, conversaciones en reservados. De fuerte frente a débil, centro y periferia, quienes se saben a salvo frente a quienes tienen miedo.

Privilegios que se construyen a fuerza de aceptarlos, siempre en riesgo de sabernos elegidos , círculos de tiza en patios de cole que construyen el afuera.

Herencia de los de abajo porque es abajo donde está la vida. Frente al 1% blindado, ruido de metralla en forma de operaciones financieras, anclados en lo que crece despacio frente a los gestos de soberbia. Permanentemente abajo, enraizados en la tierra, sabiéndonos iguales y al lado, imperios que caen sin los nadie porque en los nadie se sustentan.

 

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