OPINIóN
Actualizado 23/07/2015
Abel Sánchez

Supongo que ya se han enterado todos ustedes, y que están participando en el jolgorio y la celebración general. Por orden de la superioridad ha sido declarado el fin de la crisis, a partir de ahora volveremos a vivir en un vergel de prosperidad en el que seremos felices, porque todos nuestros problemas han sido resueltos por este gobierno que no ha descansado en sus afanes. Ha sido duro, pero ha merecido la pena, hemos limpiado nuestro sistema de todas las impurezas que lo atenazaban y ahora, al abrir la ventana, podemos contemplar un horizonte radiante y luminoso.

   Y no solo es que lo diga el gran timonel, sino que lo avalan los organismos internacionales más prestigiosos. Volvemos a ser la envidia del mundo, como en los tiempos en que asumimos el glorioso papel de vigía de occidente.

   Emocionado por la noticia he salido a la calle, para compartir la buena nueva, pero me he llevado la sorpresa de que muchas personas que andaban por ahí no se han enterado aún de la noticia.

   Un numeroso grupo aseguraba que seguían parados, y que aún no les habían avisado para que fueran a ocupar el puesto de trabajo que seguro que van a tener de inmediato; mientras tanto están convencidos de que percibirán una prestación por desempleo digna, pero de momento tampoco se la han abonado.

   Los que sí tienen trabajo sostienen que, de forma incomprensible dada la terminación de la epidemia de crisis, sus contratos siguen siendo precarios, tienen que hacer muchas más horas de las que figuran en el escrito y forman parte de ese gran porcentaje de trabajadores de Castilla y León que cobran menos de 600 euros al mes, de ese extraño grupo de personas que aún trabajando se encuentran por debajo del umbral de la pobreza.  

   Otros, al parecer jubilados y pensionistas, me dicen que ha debido haber un error, porque en lugar de la sustanciosa subida en sus pensiones propia de la nueva situación se han encontrado con una amable carta en la que les felicitan porque su nueva pensión se verá aumentada en un euro mensual.

   Algunos políticos tampoco parecen haberse enterado del fin de la crisis. Sólo a este desconocimiento puede achacarse el hecho de que la Junta de Castilla y León, en lugar de cubrir todas las vacantes existentes en los servicios sanitarios, para ofrecer un servicio digno y acabar con las listas de espera, haya decidido eliminar cientos de puestos de trabajo en el Hospital Universitario de Salamanca; también por desconocimiento de la nueva realidad no ha reparado de forma urgente el enorme agujera que la crisis ha dejado en la educación pública, con pérdida de profesores y de medios, o en la Universidad, en la que según un estudio presentado hoy por Comisiones Obreras la inversión pública ha disminuido un 25%.

   Y qué decir de los jóvenes que ofuscados siguen buscando en países extranjeros lo que en este van a tener sin ningún esfuerzo; al parecer también ignoran la buena nueva.

   Al final, resulta que la gran mayoría de la población sigue sin enterarse de nada. También puede ser que lo sepan y se hagan los tontos, para no tener que admitir que estaban equivocados y que nuestro amado lider, que siempre tiene encendida la lucecita de su despacho en La Moncloa, nos ha salvado. ¡Desagradecidos, la madre que los parió¡.

                        

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