OPINIóN
Actualizado 20/07/2015
Jotamar

Cada cierto tiempo y empecinadamente, de nuevo a vueltas con el medallón de nuestra Plaza Mayor, la más hermosa de todas las plazas, como si no tuviéramos otras cosas de mayor relevancia en las que ocupar nuestro tiempo político o buscáramos de 'cuando en vez" un titular en la prensa escrita, en la hablada o en la vista también, para traer a colación tamaña simpleza.

Uno, el que escribe estas cosas como al desgaire y sin acritud, declarado abiertamente antifranquista desde su pubertad, no puede por menos que sorprenderse por esta machacona insistencia con la que nos vienen castigando. Otros asuntos preocupan a los salmantinos, problemas que se observan  en las calles y se pueden escuchar en las conversaciones, para que vengamos ahora a hacernos una foto por un redondel y una esfinge en piedra de Villamayor sobre los soportales de la Plaza, encima mismo de las dos columnas unidas que marcaron el cerramiento del ágora salmantina. Seamos serios de una vez por todas.

Pero si esa es toda su oposición y el modo de ejercerla, si se piensan que semejantes tontunas traen a mal traer y agobian a los ciudadanos, poco porvenir les espera y escaso bagaje de votos cosecharán en esta ciudad dentro de unos meses; y mira que personalmente deseo, y espero, un partido socialista fuerte en la ciudad, dicho por uno que nunca ha sido socialista. El paro que no cesa, los chavales buscando las habichuelas en otras latitudes; tropezar con un indigente a cada paso; ver cada día como se baja la trapa de un negocio para no volver a levantarse; las grúas en los almacenes, los solares sin construir?Y hasta los gamberros y pintamonas campando por sus respetos.

En este asunto hay cansinos dimes y diretes, interesada interpretación de la Ley de la Memoria Histórica, acomodándola a sus propios fines. Porque si bien es verdad que en algunos de sus puntos, párrafos o artículos los unos -los que abogan por la maza y el cincel- piensan que la ley les otorga razón, del mismo modo los otros -los que defienden  no marear más la perdiz- encuentran suficientes motivos y razones legales para dejar las cosas como están. Y eso es lo que hay que hacer, olvidarse del dictador teniéndolo presente, no olvidar la historia (que no deja de ser historia) para no repetirla. A unos metros del sátrapa, si recorremos el hermoso contorno del irregular rectángulo de nuestra inigualable plaza, podemos encontrarnos personajes de infausto recuerdo que de igual modo nunca debieron colocarse. Si en los juzgados prospera una tontería de este calibre, otro colectivo habrá, en el devenir del tiempo y con los mismos argumentos, que emprenda acciones legales para retirar otro medallón. Aburridos.

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