A la comba, comba,
al sol y a la sombra,
que llueva suave
y no caiga en tromba.
Que sea solidaria
con campos y gentes.
Que a miles de empresas
que hay todavía,
no haya que multarlas
por sus fechorías,
y dejen el agua
potable y decente...
¡Este era mi sueño!...
Este el gran sueño
que siempre soñaba
y este era el gran sueño...
¡ay!, que yo quería.
¡No pude dormir!
Mientras en mi casa
estos versos rimaba,
-siendo muy de noche-
me entero que, al lado,
tras cruzar el charco
y sin tomar el coche,
ancianos y niños
de sed se morían...
¿Quién les manda flores?
¡Cuánta agua se va de mis manos!...
A la comba, comba...
Así, día tras día.
Que accedan al agua
y olvidad las flores.
A la comba, comba...
¡Maldito derroche!