OPINIóN
Actualizado 19/07/2015
Soraya Herráez y Rebeca Martín

El jueves día 16 hacía mucho calor, casi cuarenta grados en la calle, y la gente tenía ganas de vacaciones, de piscina o simplemente de pasar la tarde con las persianas bajadas al amparo de su propio aire. Y aún así conseguimos despertar el interés de nueve personas que vinieron a respirar nuestro aire, a inspirar historias y secretos de la narración oral. Durante tres horas disfrutaron de un taller diseñado especialmente para Personas con Mucho Cuento. 

¿Por qué vinieron? Es la primera pregunta que les hicimos al entrar. Y lo mejor fueron sus respuestas. Uno dijo "porque quiero contar" y otro contestó "porque quiero que me cuenten". Alguien confesó "cuando cuento, me voy por las ramas". Y alguien suspiró "porque nunca cuento". Otro dijo "porque no contaba y ahora cuento". ¿Sabéis qué dijeron todos? "Porque quiero". 

Contar implica una firme convicción de querer hacerlo y por tanto sentirse cómodo haciéndolo. Despertar el cuerpo a la historia que se quiere transmitir y concentrarse en el objetivo. ¿Quiero emocionar? ¿Sorprender? ¿Entretener? ¿Asustar? ¿Enamorar? Todos tenemos algo que contar. Entonces lo único que necesitamos es descubrir qué y cómo queremos hacerlo. 

Durante las tres horas que se prolongó el taller conocimos algunos secretos de la narración oral, ¿y sabéis qué? Queremos compartir aquí uno: si contamos lo que vivimos, leemos e inventamos, entonces ser un buen narrador implica vivir, leer e imaginar. Vivir para tener historias que contar. Leer para descubrir las historias de otros. Imaginar para mezclar lo que vives y lo que lees y contárselo al resto como si fuera tuyo. Como si fuera vuestro.

Y ese es, en el fondo, el secreto más grande: hacedlo vuestro. 

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