OPINIóN
Actualizado 19/07/2015
Paco Blanco Prieto

En el aniversario del tiro en la Plaza, los salmantinos recuperamos la paz, el entendimiento, la concordia y la memoria.

Hoy, domingo 19 de julio, es obligado recordar que similar domingo de 19 de julio de 1936 se inició en Salamanca una represión como jamás se ha conocido otra en esta ciudad, por cuyas avenidas y plazas no pasó la guerra, pero sí el más inconfesable terror, fruto de una opresión que comenzó aquel día en su Plaza Mayor, cuando rodaron por el suelo algunos vecinos, por disparos del grupo de militares que iban a tomar el Gobierno Civil situado en la calle del Prior.

Pudo ser un disparo aislado o un grito de protesta, el detonante que animó a los militares a disparar indiscriminadamente contra los salmantinos que salían de la misa dominical de San Martín, muriendo las primeras cinco personas de la represión, que no de la guerra incivil, porque Salamanca no intervino en la irracional contienda, teniendo ya bastante con lo que tuvo, siendo esto para muchos, peor que las trincheras y la bayoneta calada.

Barbarie que debemos mantener en la memoria para comprender que nada tiene más valor que la paz y el buen entendimiento entre vecinos, evitando fracturas ciudadanas por irracionales razones y indeseables actitudes que llevan a una locura colectiva capaz de romper familias, torturar paisanos, perseguir disidentes, encarcelar opositores y pasear vecinos hasta las tapias del cementerio.

Ante todo lo que sucedió no cabe la venganza, pero tampoco el olvido, como afirmaba la psicoanalista judía Eva Umlauf en su visita a Auschwitz donde estuvo deportada, porque la desmemoria puede llevarnos donde no queremos ir, obligándonos a gritar ¡nunca más!, como hizo el pueblo argentino contra la dictadura de Videla, durante el Proceso de Reorganización Nacional.

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