OPINIóN
Actualizado 18/07/2015
Soledad Murillo

En la provincia de Salamanca hay 362 municipios, de los 2.148 de Castilla y León, el Ayuntamiento de Salamanca es uno de los más importantes. Sus habitantes no son muchos, tan sólo 342.070. Cifras de finales del año 2014, porque seguimos perdiendo población excepto en Valladolid, que ya se sabe que concentra el tejido industrial más relevante. Pero también seguimos la preocupante tendencia de envejecimiento. De cada diez personas que vivimos en ella, cinco son mayores.

Es de sentido común que para volver a subirse al carro del crecimiento de la población, la medida es retener a la población joven con una política activa de empleo. Pero sin entrar ahora en ello, imaginemos que tenemos la suerte de encontrar a una pareja bisalarial con hijos, ambos con empleo, ya sea de carácter precario, temporal, o fijo y que sus criaturas tienen vacaciones escolares. Un disfrute para la infancia y un problema sobrevenido para la familia. Madres y padres acuciados con la pregunta. ¿Y ahora qué hacemos?  El dilema de todos los veranos. La primera solución, sería buscar alternativas municipales. Sin embargo, el Ayuntamiento tiene una oferta, perdón por denominarla así dada la mínima proporción de niños y niñas que pueden beneficiarse, basada en campamentos de la Concejalía de Juventud cuyos precios son de 70? hasta 2505?. ¿Qué usted tiene tres hijos?  Pues, haga cuentas. No olvide que la duración es muy limitada, sólo 15 días, no le resuelve nada si tenemos en cuenta que disponen de tres meses de vacaciones. Y, además, no se encadenan con otras actividades dentro de la ciudad: historia para niños, inglés con Unamuno, por ejemplo. No, no se les ocurre, pero si calculan un límite de plazas: 40. Y no se olviden de la adscripción que, en sí misma es un buen filtro. ¿Que cómo se accede?: pues madruguen y hagan colas, porque se concederán por riguroso turno de petición y en persona. Ah¡ y en septiembre no hay una sola actividad. Sería muy sencillo de reparar contabilizando  cuántos padres solicitan actividades y restar a cuántos se les concede. Es una operación matemática simple, pero inútil sino se quiere saber. Mientras los padres y madres suelen recurrir a la red familiar, abuelos, en un intercambio de favores sin límite. ¿Y qué hacemos con aquellos menores que viven en familias de exclusión social?

En España la pobreza infantil se fija en 27%, y en Salamanca bastaría con incluir aquellas familias a las que se hacen seguimiento en los servicios de atención familiar durante el resto del año. Pero para ellas no se dispone de un programa universal y gratuito, es decir, sin ningún tipo de pago adicional. Como ven hay mucho que hacer por las autoridades locales, comedores, vacaciones, en suma acentuar su interés por la infancia, pero con presupuestos más que con fotos conmovedoras  rodeados de niñas y niños..

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