OPINIóN
Actualizado 17/07/2015
Estefanía Rodero Sanz

Decía Nicolás Guillén y cantaba mi madre a voz en grito en los ochenta escuchando  casettes viejos de Ana Belén y Victor Manuel, ¡tráiganme todas las manos!

Desde este afán por construir grano de arena a grano de arena un cambio profundo en nuestro país, ¿qué manos nos faltan? ¿A quiénes aún no ha movilizado el deseo de darnos entre todos el respeto que merecemos?

Nos faltan los desesperanzados, jóvenes de veinte años para quienes hemos construido un desierto y a los que tenemos la desvergüenza de culpar de su apatía. Vieron a una generación anterior desplomarse después de hacer todo lo que había que hacer e hicieron, hoy envuelta en paro, exilio y precariedad y de la que se protegieron a fuerza de corto plazo y consumo. Nos faltan sus manos como nos falta desmontar el descreimiento en el que, no es casualidad, les quieren.

Nos faltan las agotadas, mujeres de todas las edades que están amortiguando con su cuerpo los recortes. Mujeres que cuidan, que con uñas y dientes en mitad de la invisible pobreza sacan a sus hijos adelante solas. Mujeres que llegan de noche a casa por sueldos que sólo arañan. Mujeres que no tienen tiempo de participar, envueltas en suelos pegajosos. A las que no veremos en las asambleas, a las que acallaron con el mantra "cállate, que tú de eso no sabes".

Nos faltan los estafados, trabajadores de sí mismos, autónomos que confiaron en quienes decían defender sus intereses, currantes exprimidos, funcionarios públicos, vendidos y rendidos ante el reparto vergonzoso de lo público entre políticos de cartón piedra y amigotes multinacionales. Nos faltan los parados. Como en una cadena humana en mitad de un incendio habrá que organizarse, habrá que ir a buscarles como cubos de agua en la emergencia.

Las que habitan periferias, lejos de espacios de decisión, los asustados, los descreídos por años y años de lucha agotados contra el muro, las dañadas que nos exigen medidas de urgencia, los puros, las traicionadas por partidos que confundieron la política con el marketing, los padres de infancias de arrabal, la buena gente que se abstiene con un enorme para qué. Quienes mantienen nuestros pueblos vivos, las abuelas de este país que tienen su vida entera para confrontar patrañas, las minorías que quieren ostentar ser minoría, quienes han dicho por dentro basta y aún no saben hacia qué, los catedráticos, las mujeres gitanas, cristianos con hambre y sed de justicia, agricultores hartos de esta Europa, familias con niños sin un duro para ir al Parkitren, el equipo de fútbol de tu barrio, las cajeras del súper de tu calle, teleoperadores al borde del sarcasmo. Mayorías, mayorías siendo conscientes de que son mayorías, mayorías a fuerza de los y las que faltan. Pueblo que se sabe pueblo frente a teatros que se llenan de corbatas. Mayorías de quienes faltan, tráiganme todas las manos y vamos a hacer lo que hay que hacer.

Leer comentarios
  1. >SALAMANCArtv AL DÍA - Noticias de Salamanca
  2. >Opinión
  3. >Los que faltan