OPINIóN
Actualizado 17/07/2015
Álvaro García Velázquez

¿Se diferencia tanto la realidad de la obra de ciencia ficción distópica?

El otro día, y tras varias recomendaciones, me dispuse a ver las películas de "Los juegos del hambre". Son películas que están hechas para buscar el público adolescente con una bonita historia de amor, pero que detrás de eso contiene un gran trasfondo marxista de lucha de clases y elementos gramscianos en torno a la idea de hegemonía cultural. Después de verlas las comparé con la situación política actual en Europa y vi que de ciencia ficción distópica tiene cada vez menos y de cruda realidad cada vez más. Voy a hacer un ejercicio de comparación entre ambas situaciones para encontrar las similitudes.

 

En el país ficticio de Panem, tras una rebelión de las clases populares en las que éstas son derrotadas, los distritos ubicados en la periferia donde residen las mismas son obligados a rendir tributo al Capitolio (el lugar donde reside la burguesía) de la siguiente manera: cada uno de los distritos debe enviar a un chico y una chica menores de edad a participar en un experimento de darwinismo social en el que sólo puede quedar un superviviente, el cual es colmado de riqueza debido a la "gran indulgencia" de los ricos, mientras todo es retransmitido en formato Gran Hermano por el mass media del Régimen, que hace que al final se asuma como normal esta situación por los de abajo, es decir, una especie de Síndrome de Estocolmo. Situación normalizada hasta que la protagonista gana el juego y crea una insurrección, primero de forma inconsciente y luego sumándose a ella en forma de líder, apodada como Sinsajo.

 

Si nos vamos a la situación política actual de Europa vemos como estamos instaurados en una especie de IV Reich alemán que parece estar vengándose de la derrota pasada y demuestra su supremacía asfixiando a los países periféricos del sur, experimentando hasta donde podemos llegar recortando nuestros derechos y ahogándonos económicamente (hay que decir que gracias también a los gobiernos colaboracionistas que padecemos). Pero de entre los oprimidos pueblos del sur están apareciendo Sinsajos que han dicho basta ante esta barbarie, y parece que a los poderosos les está empezando a entrar el miedo. Se les nota: los mass media mintiendo como bellacos, las instituciones europeas saltándose sus propios reglamentos, violación de decisiones tomadas en referéndum popular...

 

Grecia ya comenzó la rebelión popular al IV Reich, pero se ha visto que ella sola no puede, le faltan fuerzas. Es nuestro turno, ahora nos toca a nosotros. Aguanta compañera, que ya vamos.

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