OPINIóN
Actualizado 17/07/2015
Manuel Rodríguez Fraile

Es mentira que un bulo repetido merezca ser verdad. (Joaquín Sabina 1.996)

¿Por qué tras propuestas como "sostenibilidad del Sistema Nacional de Salud y mejora de la calidad" se esconden recortes de derechos básicos y exclusión de colectivos altamente vulnerables? o ¿Por qué al "control" del derecho constitucional a manifestarse y a la libre expresión se le define como "Seguridad Ciudadana"?

¿Acaso creen nuestros dirigentes y gobernantes qué no somos capaces de entender lo que se esconde tras eufemismos como "desaceleración transitoria", "devaluación competitiva de salarios", "indemnización en diferido", "reformas estructurales" o el sofisticado e imposible "crecimiento negativo"? ¿Pero es que se creen que somos tontos o imbéciles? Que según la Academia de la Lengua española supone estar alelado o falto de razón.

Pero no sólo en este país parece que se está imponiendo este lenguaje tendencioso, manipulador, difuso e irrespetuoso de no llamar a las cosas por su nombre, los términos que utilizan los informes de organismos oficiales europeos e internacionales recurren también a desacertados y destemplados eufemismos con la pretensión de suavizar ciertos términos o expresarlos de forma más decorosa, objetivo último de los eufemismos.

Y así podemos leer expresiones como "desnutrición crónica", cuando se hace referencia al hambre que sufren millones de personas en el mundo; "conflictos de alta, de media o baja densidad" cuando en realidad se trata de guerras; "emergencia humanitaria" cuando las consecuencias de las mismas son del todo inhumanas y en muchos casos, salvo las catástrofes naturales, provocadas por la vulnerabilidad estructural y falta de humanidad de ciertos personajes o grupos de poder. ¿Tenemos recursos para buscar agua en Marte, pero no para dotar de agua potable a los millones de personas que acrecen de ella en nuestro planeta?

¿Les suena la expresión "oleadas de inmigrantes"? Otro eufemismo para ocultar, para hacer menos vergonzante el hecho de que unas sociedades, dicen que, avanzadas, sean, seamos, incapaces de dar solución a los hirientes dramas humanos que se esconde tras cada una de estas oleadas. Porque ¿quién de ustedes, en su sano juicio, pondría en juego su vida y la de los suyos sino se encontrara en la más absoluta desesperación, si no hubiera agotado ya todos sus recursos?

El más reciente ejemplo de eufemismo global podría ser la situación de Grecia. Tiras y aflojas, bonitas palabras, otras no tanto, cumbres, amenazas de una y otra parte, conclusiones provisionales, intereses económicos y geoestratégicos, comunicados conjuntos y mentirosos referéndums, para que al final de toda esta puesta en escena, los poderosos fácticos terminen imponiendo sus criterios. A esos, a los que consideran dueños del mundo claro que les interesa Grecia, aunque sea sólo como sociedad consumista y comprador de armamento, lo que no les interesa es que esté gobernada por un partido como Syriza y un presidente como Alexis Tsipras, aunque haya sido elegido democráticamente, y estoy seguro de que logran que caiga. Tiempo al tiempo.

George Orwell, el escritor inglés autor de "Rebelión en la granja", dijo: En una época de engaño universal, decir la verdad es un acto revolucionario. ¿Y nosotros?  ¿Seguiremos utilizando eufemismos para vencer el miedo?

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