OPINIóN
Actualizado 16/07/2015
Rosa García

Una conocida marca de coches está promocionando su último modelo de una forma un tanto peculiar, por no decir otra cosa.

Un treintañero con un brazo escayolado y acompañado de sus colegas, se dedica a pedir disculpas a la multitud de mujeres a las que ha hecho llorar para ver si le cambia el karma. La primera le da con la puerta en las narices, la segunda le perdona con un gran abrazo, y una tercera le recibe con un bebé. La reacción del grupo de amigotes es partirse de risa y meterle prisa para que salga corriendo de allí, cosa que el protagonista hace sin ningún pudor, y se marchan en el coche con una expresión que bien podría interpretarse como "corre que de menuda te has librado". Esta escena tiene dos lecturas: el bebé es del joven y se alegra de haber escapado de aquel marrón, o el niño no es suyo pero se alegra de haber dejado a una mujer que pretendía formar una familia.

Saquen sus propias conclusiones, pero desde mi punto de vista la imagen que se da de las mujeres es decimonónica y simplona, y la que se da de los hombres es aún peor. Personalmente no le veo la gracia por ningún sitio, me parece insultante para los dos sexos y, desde luego, no me motiva en absoluto para comprar ese coche.

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