Con las temperaturas que nos acechan en esta época veraniega no hay nada mejor que bajar a pasear por la vera del Tormes y escuchar la musicalidad que transmite la naturaleza en todo su esplendor.
El leve sonido del agua bajando lentamente por su cauce, los pájaros cantando sin que aparentemente se fatiguen y las hojas de los árboles meciéndose cuando a la brisa le da por soplar.
Uno no consigue estar mucho más fresco que al lado de un aparato de aire acondicionado pero sí que consigue respirar plenitud, al fin y al cabo con la escasa oferta musical que tenemos estos meses en Salamanca, por qué no disfrutar de un espectáculo tan formidable y embaucador, siendo además gratis (de momento) y en un espacio tan abierto como el mundo.
La tranquilidad se encuentra en muchos lugares, inclusive en estas notas que aquí os dejo.