Pongámonos las gafas que nos han de enfocar este mundo para verlo como se merece. Se merece que le demos una oportunidad a la esperanza y a todo cuanto es capaz de generar vida y paz, porque ya tenemos demasiados ejemplos que nos muestran que el odio y el rencor no tienen límites ni cupo de aforo. Indaguemos que se esconde detrás de las necesidades, para conocer realmente cual son nuestras carencias. Leamos los manuales de instrucciones de los productos, para buscar buenas razones de porque debemos usarlos sólo nosotros y no la otra media humanidad. Tomemos prestada la brújula del que ya llegó a algún sitio y huyamos de los que venden mapas topografiados en los confines de la mediocridad. Confiemos más en aquellos que hicieron algo por sus semejantes que en aquellos que se pasan el día quejándose de que aquí nadie hace nada. Los primeros consiguen la armonía y estabilidad de un mundo que los agoreros de lo inútil jamás podrán ver, comprender y valorar.
Cuando emprendas un viaje no olvides de donde vienes y tendrás mejores referencias para saber dónde y cómo quieres llegar. Al preparar el equipaje piensa que a la mayor aventura que vivirás, a eso que llamamos vida, llegaste y te marcharás de ella con lo puesto. Sepamos rodearnos de gente alegre y no tendremos escapatoria a la felicidad. Seamos agradecidos por los pequeños detalles porque eso es lo que realmente nos hará grandes. Apostemos por la fuerza de la motivación y será entonces cuando nos topemos con la tan buscada buena suerte. Sé lo bastante humilde de reconocer tus limitaciones y lo bastante orgulloso de las certezas que ya te haya dado la experiencia. Aprovecha la claridad para saber donde te encuentras, pero nunca olvides que la luz lo mismo sirve para orientar que para cegar. No rechaces jugar solo porque creciste, pues al tomarte la vida tan en serio olvidaste también la capacidad de imaginar. Vinimos a esta vida envueltos en nuestro llanto y nos iremos de ella envueltos en el llanto de los demás.
Por eso debemos reconciliarnos con las lágrimas y buscarlas en la emoción y en los ataques de risa, aunque solo sea porque el que más ríe, más vive. Contagia felicidad a los demás y tu mundo quedará en cuarentena contra la fatalidad. Rodéate de soñadores porque parecen los únicos que están despiertos ante las injusticias del mundo. Acompáñate de trabajadores para construir un mundo mejor porque este es el único sector en el que estar parado sería una desgracia incomprensible. Las energías más limpias no se consumirán, se asumirán y las renovables necesitarán al menos dos generaciones para ser certificadas. A los que siembran odio les desearé malas cosechas, a los que cosechan valores les pediré que las semillas queden libres de los títulos de propiedad. Sé lo bastante serio como para tomarte la vida con humor y descubrirás de lo que es capaz una sonrisa.
Los amigos de verdad jamás habitarán tras una pantalla de ordenador y las redes sociales cumplirán su misión de no dejar caer a nadie. Las vitaminas del cuerpo seguirán en las farmacias, las del alma tendremos que buscarlas como la noche busca el día o como el hambre busca ser saciada. Erradicar el hambre no será una promesa política sino un requisito para ser político y lo políticamente correcto no tendrá cabida mientras la absurda realidad se siga cobrando sus inocentes víctimas. Daño colateral dejará de aplicarse sobre las personas y los que firmen guerras serán obligados a estar en primera línea para que sepan lo absurdo que es morir para que un desconocido se haga más rico. Ser buena gente desgravará y arrancar una sonrisa al día repartirá suculentos dividendos entre los afortunados. Las pateras se exhibirán en los museos navales como ejemplo de flotabilidad de la dignidad humana y las fronteras como las rosas renacerán sin espinas al no tener que defenderse de nada y de nadie. Las bicicletas serán al transporte, lo que la primavera al ánimo y la tierra será al hombre una cesión en usufructo.
Porque cuando tu existencia eche la trapa y ya no puedas ampliar horarios ni días de apertura, en esta película con guión escrito y protagonizado por ti mismo sabrás si tu papel habrá pasado sin pena ni gloria o será reconocido con un Óscar honorífico en la meritoria y apasionante academia de la vida.
Toño Villalón, director del centro de acogida 'Padre Damián'