OPINIóN
Actualizado 15/07/2015
Fernando Segovia

Las polis griegas debían ser pequeñitas, muy apañaditas, de vecinos bien avenidos, donde las conciencias estaban bien formadas, y el interés social se tenía en alta estima. Vamos, algo así como una comunidad de vecinos de clase media alta, y de entretenimientos selectos en sus horas libres. No puedo imaginarlo de otro modo para haber alumbrado la creación de la democracia en su estado más puro y candoroso. Por eso me parece mucho más difícil administrar de ese modo en sociedades y momentos más convulsos (durante la revolución francesa o la bolchevique, por ejemplo).

Eso de preguntar, dialogar, entender, ponerse en la piel del otro sin avasallar me parece utópico, casi de cuento (de cuento democrático) en algunos momentos. Primero la cosa debe consistir en preguntar y preguntar bien (y delimitar bien el coto de a quienes se dirige la cuestión, claro está). Alto, claro y comprensible. Sin juegos semánticos ni dialécticos que valgan. Luego votar y contar bien. Y posteriormente interpretar lo que haya salido mayoritariamente (que eso me parece menos claro aún). De ahí a comunicar a los afectados por el resultado, otro salto. Y finalmente, que los afectados por el resultado, se lo crean y admitan como bueno, otro saltito más. Son tantos y tan complejos resortes y pasos que algo pueda hacerse mal en todo ese camino. Y ese parece ser el hecho de lo aplicado hoy en día por los actuales regidores de la polis griega.

   El uso de la democracia y la consulta para todo (hasta discutir y aprobar la hora y el lugar en que deberán salir los autobuses de cada día) es cuando menos devaluador, farragoso, lento e inútil para consensuar. Entonces votar sobre si devolvemos o no el dinero que debemos a los que no pueden votar eso precisamente, me parece democráticamente torticero, de democracia de la señorita pepis, de juguete, de embudo democrático de libro. Y eso, que tanto rebasa los ámbitos de la polis griega me parece un ejercicio acrobático gratuito. Una pirueta en el aire del nuevo gobierno griego con doble colchón debajo por si acaso. De mala praxis política. Más para la galería y propio beneficio que algo serio y efectivo. A mí también me encanta el asunto ese de no pagar las deudas que pueda tener, pero no sé bien qué pensarán de esto a quienes debo. Claro, que a lo mejor hasta resulta una buena idea si luego dejan irme de rositas.

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