Lo público y lo privado son dos conceptos tan sencillos de entender como pueden ser lo blanco y lo negro, lo redondo y lo cuadrado, el día y la noche. Sin embargo ¿qué pasa en nuestro país que desde hace décadas la mayoría de los españoles o no los entiende, o no desea entenderlos?
En la actualidad nos llueven cada día noticias de personalidades públicas corruptas, que tienen un común denominador: todas ellas han sustraído dinero público(a veces terrenos u otras riquezas) para su uso privado. Han robado; nos han robado a todos los contribuyentes. El mal está tan extendido que, sobre todo en algunos grupos, hay que buscar excepciones, hombres honestos, entre la multitud. En todas estas historias hay un momento que el corrupto "confunde" lo público con lo privado; la verdad es que ha visto esta confusión desde que era pequeño. Y no solo en los grandes asuntos nacionales, sino en los pequeños detalles de la vida cotidiana.
Pongamos algunos ejemplos de los pequeños, pues, desgraciadamente, de los grandes la televisión nos sirve cada día suculentos y variados platos.
A alguien se le ocurre hacer una reparación en la fachada o puerta de su casa; pida o no pida permiso al ayuntamiento de la localidad (siempre me queda la duda de si lo ha pedido o no), al inicio de la obra ya están puestos los alambres en la acera que impiden el paso a los peatones: la acera es un lugar público, de tránsito, la idea del vecino es totalmente privada (frecuentemente inoportuna o innecesaria). Pero en España no nos asombra que el vecino o la empresa constructora se apropie del espacio público para fines particulares. Seguramente en los cerebros de un alto porcentaje de contribuyentes españoles no se da la asociación de que SU DINERO se ha hecho PÚBLICO a través de sus impuestos. Sin esta obviedad es difícil reivindicar lo público. Casi no se sabe qué es y dónde están los límites. Las leyes, (exceptuando la legislación de Hacienda con los que tenemos nómina), suelen ser poco claras.
Por esto, hasta hace muy poco, hasta que nos dimos cuenta que nos estábamos quedando sin nuestra sanidad, sin la educación, (como dice mi vecino, "que nos estaban quitando la ropa de la cama") no salimos a las calles, no protestamos.
Propongo que empecemos, ya en Primaria, a enseñar a los niños a distinguir lo público de lo privado. Pues si no, cuando sean adultos invadirán en sus coches privados los espacios públicos (como con frecuencia ocurre en Salamanca) y muchos cargos públicos se seguirán equivocando de "sobre" a la hora de administrar LAS RIQUEZAS PÚBLICAS.
Foto: Antonio Bernal