Te escribo desde este lado
en mesa y pluma de ayer,
considéralo un taller
sin pantalla ni teclado.
Te escribo a mano, sin premura,
te escribo con la conciencia
del escribir como ciencia
que amamanta la escritura.
Mis letras tienen el pulso
de la sangre cuando fluye
por mis venas que, ahora fuelle,
crean del río su curso.
Te escribo así como bota
que calza pie de escritura
y que de hartazgo y hartura
me hace con móvil idiota.
Son versos encadenados
de una intención muy notoria
viendo a la gente en la noria
de bobos ensimismados.