OPINIóN
Actualizado 08/07/2015
José Luis Zarza

A pesar del referéndum, si alguien pensaba que Grecia podría salir de Europa, pecaba de una extraordinaria ingenuidad. Grecia lleva subsidiada desde su independencia del Imperio Otomano, allá por 1832, manteniendo una deuda permanente con el resto de los estados imposible de liquidar. Por tanto el estado natural de Grecia es solicitar y obtener ayudas que generalmente no devuelve en su totalidad, tal vez esté ahí la raíz del conflicto actual.

La situación geoestratégica del país heleno impide que se actúe con él de la misma forma en que se haría con cualquier otro que, sin esa característica, actuara de forma similar. Su salida de la eurozona perjudicaría los intereses políticos y estratégicos de los Estados Unidos así como de China, potencias éstas que no están dispuestas a consentir singular disparate y dese convencimiento la vienen a los griegos la soberbia, altanería e, incluso chulería con la que el ya ex ministro Yanis Varufakis nos ha venido obsequiando reunión tras reunión por lo que su salida del gobierno se hacía absolutamente imprescindible para poder iniciar nuevas negociaciones.

La otra cara de la moneda la presentan el resto de los gobiernos, incluido España, en que con la presión inaudita que se ha ejercido sobre Grecia y que solo perjudica al pueblo, han pretendido cambiar un gobierno elegido por el pueblo, hay que reconocer que en otras ocasiones les ha salido bien. Y por último el Fondo Monetario Internacional que primero le exige la devolución del préstamo y después manifiesta la imposibilidad de Grecia para pagarlo, manifestando ahora que está dispuesto a ayudar en cuanto se lo pidan. Esto parece un circo.

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