OPINIóN
Actualizado 06/07/2015
Rubén Martín Vaquero

En cada tierra, su uso

Los cometas, llamados en la época "estrellas con rabo", anunciaban catástrofes, guerras, años de hambres, mortandades, pestes, nubes de langostas africanas, sequías, inundaciones, muerte de personas jóvenes (llamada "muerte griega"), etc. Dos estrellas brillando a la luz del día significaban guerra. Las estrellas fugaces eran una maldición de Dios. "Cuando se corre la estrella, señal de guerra".

Mariposas negras, o un moscardón negro, o un gato negro, o una lechuza en la ventana, o un murciélago que entré en la casa, además de mala suerte auguraban una visita (desagradable) e inesperada (incluso la muerte).

La mala suerte rondaba una casa si estaban las tijeras abiertas sobre la mesa, pedían sal prestada y la devolvían, o se les caía al suelo el salero (además de llamarle engarañado las abuelas sentenciaban; "Andan las arañas por el suelo"). Romper un espejo, aunque la mala suerte se acrecentaba si en el momento de romperlo había luna llena. Debían arrojar los trozos donde nadie volviera a verse jamás. No es preciso decir que daba una mala suerte inconmensurable mirarse en los trozos de un espejo roto.

Si alguien con "virtud" les echaba mal de ojo, y no tenían un amuleto para conjurarlo, caían en brazos de la desgracia. Los amuletos en nuestra tierra se llamaban higas y las mejores eran de azabache (te las tenían que regalar). Las higas de azabache se compraban a los azabacheros. Los más famosos tenían sus puestos al pie de los muros de la catedral de Santiago de Compostela. A los niños, además de los escapularios, les cosían higas de azabache en las ropas.

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