La vida se hace larga. Parece larga pero se acaba gastando. De ti depende consumirla como un mortal cigarro o exprimirla como un espléndido cítrico. En tu mano está que sepa a canceroso tabaco o dulce con ciertos toques amargos cual zumo de naranja.
Seamos claros: la vida no es recorrer un reconfortante camino liso en el que todo es de color de rosa; no es eso ?tan solo en las inventadas historias que nos venden en la tele-, el sendero de la vida está lleno de toscas piedras y oscuras curvas. A veces te deleita con idílicos paisajes que te incitan a descansar del caminar y a regocijarte bajo la frondosa sombra de aquel magnífico árbol. Amigo, para y descansa, pero has de seguir caminando. Alguien me dijo alguna vez que la vida es fluir, adaptarse, nunca quedarse quieto. Piensa en cualquier tallo de cualquier planta arremetido por el viento; si se mantiene rígido se acaba quebrando, si sabe adaptarse al golpear del viento seguirá viviendo.
Las toscas piedras y oscuras curvas, obstáculos habituales por otra parte en este largo caminar que es la vida, pueden hacerte sentir que tu rosa de los vientos se marchitó, que tu llama vital se apagó. Pero puedo asegurarte que esto no es así, siempre están ahí, son como los buenos amigos y las estrellas, que siempre están en nuestro firmamento aunque no siempre brillen. Apóyate en eso. Si sientes esto es que simplemente no encontraste el sustrato correcto que sirviera de alimento a tu rosa ?no te culpes pues yo tampoco lo encontré aún-, y como en esta vida todo está inventado hay que seguir buscando? y caminando. Por muy oscuro que parezca todo siempre hay una luz en alguna parte, sólo hay que cambiar el prisma desde el que mirar. Y para eso hay que buscar? y caminar? pero no en círculos cerrados y viciosos.
Tienes que avanzar y sólo tú sabes dónde está tu meta y a dónde quieres llegar. No lo olvides: no estás solo en este sinuoso sendero que es la vida, te acompañan personas que te quieren y están unidas a ti por fuertes lazos invisibles, saca partido a esto. Amigo, sigue caminando con la vista en el frente, ¡no te rindas!
Antonio Pajares Hernández