OPINIóN
Actualizado 30/06/2015
Cipriano Pablos

Cervantes, Fray Luis, Lope de Vega, Calderón de la Barca, Víctor Hugo, Unamuno?y algunos más, escribieron en su día maravillas de esta ciudad que se resiste a dejar de ser maravillosa, a pesar de las agresiones de toda índole a las que está sometida de manera permanente por parte de unos y otros: de unos porque la agreden y de otros porque tardan en poner remedio y coto a tanto desmán.

La fiesta es un desahogo necesario para desconectar de la actividad diaria. Pero como ya escribí en otra ocasión, lo placentero en la vida cumple la misma función que las comas en una frase: sirven para respirar, pero no son el contenido fundamental.  Hoy hemos conseguido hacer una ciudad que festeja todo: que empieza el curso, que acaban exámenes, que es la feria de abril, que se casa un amigo, que es jueves, viernes, sábado, domingo?amén de las fiestas oficiales del calendario. La alegría siempre es recomendable y necesaria, pero uno puede estar alegre por más motivos que por una fiesta.

Por el camino que vamos, la Universidad pasará a un segundo plano en el prestigio de la ciudad ( cada vez más discutido y discutible) y se nos conocerá por ser el lugar preferido para correrse una fiesta con  mucho alcohol y algo más, pera que el cóctel sea más completo.  Lamentable.

El perjuicio que se hace en el mobiliario urbano, en los propios monumentos y lo que tenemos que aguantar quienes vivimos en zonas concretas, dice muy poco del civismo de los fiesteros, que no siempre serán estudiantes, pero pongamos que mayoritariamente así es.

Los hosteleros han explotado y explotan el tirón de la juventud, lo que es legítimo, pero sería bueno que colaboraran un poquito más en atajar los desmanes que estamos viendo últimamente.  Salamanca está para algo más que "bebérsela", además de comérsela, que dice otro slogan. Malo es que se la relacione con el turismo o la visita para la borrachera y los malos modos.  Ser patrimonio de la Humanidad debe comprometer a nuestros gobernantes a ser más estrictos y exigente con comportamientos impropios en cualquier parte, pero mucho más en una ciudad como Salamanca. ¿Salmantica docet?  A veces no lo parece.

Tómense en serio el asunto y no permitan que una ciudad que puede y debe ser modelo en todo, se convierta en un basurero de costumbres  poco recomendables.  Hagan lo posible para que vuelva a ser esa "renaciente maravilla?" . D. Miguel se lo agradecerá desde donde esté, porque no la habrá perdido de vista. ¡Salamanca para vivirla!

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