Son objeto de violencia y crímenes de odio sin que los hechos sean investigados ni los autores detenidos y juzgados. Esta ausencia de protección incumple los Pactos de Derechos Humanos e implica una falta de reconocimiento del delito de odio por motivos t
Autora: Mar García
El 28 de junio fue el día internacional de la lucha por los derechos de la comunidad LGTBI (lesbianas, gays, transexuales, bisexuales e intersexuales) y, en muchas partes del mundo, de la celebración de su cultura.
Recordemos que desde 2007 hasta 2012 se ha venido desarrollando una campaña internacional que, bajo el lema "Stop patologización trans", luchaba para que la transexualidad dejase de ser considerada un trastorno mental. Sin embargo, este objetivo no se ha logrado todavía. Si bien en 1990 la homosexualidad se desprendió de su consideración de enfermedad mental por parte de la Organización Mundial de Salud (OMS), a fecha de hoy la transexualidad y el travestismo siguen apareciendo como tales.
Cuando hablamos de "Transgénero" hacemos referencia a un término político genérico empleado para describir una amplia diversidad de identidades, experiencias y personas cuya apariencia está aparentemente en conflicto con las normas binarias del género que de forma tóxica aplica la sociedad. Hay que decir que generalmente, las personas no experimentamos o percibimos nuestras identidades de género con arreglo a un único patrón normalizado. Las personas transgénero, cuyo sentido innato de su propio género difiere del sexo asignado al nacer, también experimentan y expresan su identidad de género con arreglo a diversos patrones. Pero además, su percepción de la identidad de género puede evolucionar con el paso del tiempo.
Según datos de la Agencia Europea de Derechos Fundamentales (FRA) en base a una encuesta realizada en 2012, el 54% de las personas que respondieron a ella afirmaban que se sintieron discriminadas o acosadas durante el año anterior por el hecho de ser percibidas como transgénero. Al mismo tiempo, el 37% afirmaron sentirse discriminadas a la hora de buscar empleo o en el mismo, y un 78% afirmaba no haber expresado nunca su identidad abiertamente en su etapa de educación secundaria.
Las personas transgénero continúan siendo discriminadas por prejuicios y estereotipos de género generalizados que derivan de ideas estandarizadas de masculinidad y feminidad y están sufriendo discriminación y ataques, a veces muy violentos debido a su identidad y expresión de género en todo el mundo. Son objeto de violencia y crímenes de odio sin que los hechos sean investigados ni los autores detenidos y juzgados, llegando a ser hostigadas por las autoridades. Esta ausencia de protección incumple las normas de derechos humanos e implica una falta de reconocimiento del delito de odio por motivos transfóbicos como una forma de discriminación.
Estas personas son víctimas de odio, delitos comunes contra personas o bienes debido a su relación, real o supuesta, con un grupo definido por una característica protegida (origen étnico, religión, orientación sexual o identidad de género). El carácter discriminatorio del motivo es lo que los distingue de otros actos delictivos. La investigación debe dirigirse a aclarar las circunstancias de la comisión del crimen, lo cual no siempre es fácil. Pocos países cuentan con legislación sobre delitos de odio que incluyan como motivos la orientación sexual y la identidad de género.
El Observatorio de Personas Trans Asesinadas, en su actualización de mayo de 2015 revela estos datos: Entre el 1 de enero de 2008 hasta el 31 de diciembre de 2014 fueron reportados un total de 1731 asesinatos contra personas trans a nivel mundial: 1356 en 23 países de Centro y Sudamérica; 155 en 16 países de Asia; 112 en América del Norte; 94 en 14 países europeos; 9 en 4 países africanos; y 5 en 4 países de Oceanía. El 44% de los casos totales se dan en personas con edades comprendidas entre los 20 y los 29 años. Incremento de casos en menores: 131 menores de 20 años, 48 menores de 18 años y 5 menores de 14 años.
En 2010, la Asociación Profesional Mundial para la Salud Transgénero (WPATH) afirmó: "La expresión de características de género, incluidas las identidades, que no están asociadas estereotipadamente con el sexo asignado al nacer es un fenómeno humano común y culturalmente diverso [que] no debe ser juzgado como intrínsecamente patológico o negativo". La patologización de las identidades de género presenta uno de los principales problemas para cambiar la actitud y el trato a las personas transgénero respetando sus derechos humanos. Permite la existencia de leyes y políticas restrictivas de derechos humanos.
Por esas ideas estandarizadas y actitudes de intolerancia, estas personas son especialmente vulnerables a las violaciones de sus derechos humanos, estando especialmente en riesgo su derecho a la vida, a la integridad física, a la salud, a la intimidad, a la libertad de expresión, a sufrir tortura, tratos inhumanos o degradantes, consecuencias prácticas terribles sobre miles de personas de todo el mundo. Así pues, y como defensora de los derechos humanos, pido a los Estados que garanticen que las personas transgénero puedan gozar del pleno disfrute de todos los derechos humanos sin sufrir discriminación alguna y apelo a la sociedad a cambiar de paradigma desde el que comprender la transexualidad. Agradezco a los colectivos que día a día luchan por los derechos de las personas LGTBI y que con su esfuerzo y trabajo nos ayudan a construir una sociedad tolerante y respetuosa con la diversidad humana. Frenar la transfobia pasa por no permitir que esta realidad siga siendo estigmatizada como enfermedad. No pidamos a nadie que renuncie a la posiblidad de amar y ser amado. Amar no es delito!