Sorpresa tras sorpresa, extrañeza también y preocupación me vienen a caballo de los políticos y las políticas que se estilan en medio mundo; ahora resulta que un hombre que suscitó en sus gentes expectativas e ilusión por, al parecer, grandes promesas, nuevas y diferentes formas de hacer las cosas en la cuna de la civilización, la Grecia de brillante pasado, con hombres nuevos, un futuro mejor y un partido lleno de inquietudes capaz de acabar con los viejos modos? Pues mire usted, ahora resulta, repito, que el país y sus dirigentes se ven abocados a una irrefrenable huída hacia adelante, tal vez a separarse del resto de las naciones europeas y a salir del euro.
No sé si ello será bueno o malo para este joven y errático dirigente, para su pueblo y para el resto de los europeos, pero lo sorprendente e incomprensible es que, a seis meses de acceder al Gobierno, decline su responsabilidad y ponga en manos del pueblo griego, a través de un referendo, la solución de sus problemas. Digo yo, y me pregunto, que por qué se presentó a las elecciones, para qué le votaron y por qué concitó tantas esperanzas si llegado el momento de gobernar y de buscar soluciones tiene que convocar a sus ciudadanos, lavándose las manos cual Pilatos. Se me antoja que este hombre, entre inacabadas charlas e interminables idas y venidas al Parlamento Europeo, ha perdido el norte, el sur de igual forma, y la brújula para dirigir su nave. Apliquémonos el cuento al realizar nuestras apuestas.
Del mismo modo me hayo sorprendido por una noticia aparecida en todos los medios de comunicación de este nuestro país, España, cercana a lo irrisorio, que nos cuenta que a un ciudadano español le multan por comerse las uñas cuando conducía su coche. Rizan el rizo nuestros dirigentes al establecer normas de circulación. Habrá que tener cuidado al dirigir nuestro 'buga' por carreteras y autopistas; además de no llevarnos el móvil a la oreja para parlotear, algo que admito peligroso, ojo con rascarse la nariz, con soltar una de las manos del volante, aunque sólo sea para cambiar de cadena o relajar un brazo. Conduzca envarado, rígido, a dos manos, sin mover un músculo y con la vista al frente, por muy bello que sea el paisaje a nuestro alrededor, ya que el agente puede pensar cualquier cosa, que no está a lo que hay que estar y va distraído.