OPINIóN
Actualizado 28/06/2015
Marina del Valle Blanco

Tenía que viajar. "¿Dónde?", "¿Cuándo?" Eran preguntas que no me importaban, sólo quería salir de aquel agujero.

Como cada tarde hacía el mismo recorrido, los mismos semáforos, las mismas rotondas, los mismos fumadores a las puertas de los bares? pero aquella tarde, en la acera en la que yo iba, vi a un hombre cerrando una tienda. Al acercarme comprobé que el negocio ya no funcionaba y había que terminar con todo.

Me quedé mirando y le dije:

?Espere, haga su última venta conmigo.

Me sonrió e hizo que lo siguiera. Fue curioso. Mapas. Sólo mapas. Sólo vi mapas y al pobre tendero con cara de triste.

Él no me dijo nada, dejó que yo investigara la tienda por mi cuenta. Era diferente. Sí, eran mapas, pero aquello te transportaba no sólo a otros lugares, sino a otras épocas. Aquellos papiros gastados con los bocetos de una Tierra que no me era familiar me llevaban a siglos pasados.

Contrastaba todo aquello con las guías de viajes, guías de todas partes y de todos los colores. Todas y cada una de las cosas que allí había me estaban diciendo a gritos que me fuera.

El tendero me miró y riendo me preguntó:

?¿Qué va a ser?

Me reí y le respondí:

?Cuarto y mitad de mapa, Marruecos concretamente.

?Merece la pena que lo veas entero, el cuarto y mitad te sabrá a poco. Yo soy de allí.

Sinceramente no había pensado en el lugar, fue el primero que vi escrito y salió así. Quizá las casualidades no existen.

Le pedí toda la información que quería. Ya estaba decidido.

Salí de la tienda con mi mapa y mis guías, regalando una sonrisa de agradecimiento al tendero por esa última compra.

Sólo me faltaba responder a ese "¿cuándo?"

Quizá estuviesen cerrando en ese momento alguna tienda de relojes.

Leer comentarios
  1. >SALAMANCArtv AL DÍA - Noticias de Salamanca
  2. >Opinión
  3. >La tienda de mapas