OPINIóN
Actualizado 28/06/2015
Álvaro García Velázquez

Vivimos en un planeta finito que está agonizando y estamos prácticamente "como las vacas mirando al tren"...

Seguro que si os pregunto si sabéis decirme alguna película de ciencia-ficción, de las típicas que tratan de tribus humanas sobreviviendo en un mundo apocalíptico y desértico, me podéis nombrar varias de ellas. El problema de esto es que esas películas cada vez tienen más de ciencia y menos de ficción, porque vivimos como si aquí no pasara nada y estamos ante el mayor problema que ha tenido delante de sus narices la humanidad, el ecológico. Vivimos en un planeta finito que está agonizando y estamos prácticamente "como las vacas mirando al tren".

 

¿Sabías que más de 10.000 millones de animales se crían al año en granjas de producción masiva en condiciones pésimas y crueles con el único objetivo del consumo de carne? ¿Sabías que la producción de carne es más tóxica para el medio ambiente que todos los medios de transporte juntos? ¿Sabías que la producción de carne de vaca necesita 100 veces más de agua que la producción de verduras? ¿Sabías que comemos de media el doble de carne que las familias de los años 50? ¿Recuerdas el olor y el sabor del tomate? ¿Por qué seguimos empeñados en el modelo del petróleo, la minería y el fracking cuando hemos descubierto y comprobado medios energéticos más limpios y renovables?

En definitiva, ¿podemos seguir así?

 

A las personas que les da igual esto seguro que no han llegado ni a esta parte del artículo, así que supondré que la respuesta es NO. Y ante esa negación va la siguiente pregunta: ¿Hay soluciones a este problema en el actual modelo económico y energético? La respuesta vuelve a ser NO, porque vivimos en un modelo capitalista a gran escala en el que el crecimiento económico y el beneficio privado están por encima de todas las cosas, incluso de las personas y de la naturaleza.

 

La alternativa está en acabar con la ganadería y agricultura intensivas, modelos necesarios en el momento que se crearon, después de la II Guerra Mundial, pero que ahora sólo son mantenidos porque sale rentable, y retornar a la agricultura y ganadería ecológicas. La alternativa está en volver lo más posible al comercio de cercanía, local y a la soberanía alimentaria. La alternativa está en la energía limpia y renovable y en buscar la autosuficiencia energética. La alternativa está en el I+D+i.

Pero, sobre todo, la alternativa empieza en uno mismo, eligiendo comer menos carne y sabiendo de dónde viene esta, o sustituirla por un buen pescado, no cogiendo el coche siempre y cuando no sea necesario mientras puedas ir andando o en bici, bajando la calefacción (para aquellos y aquellas que la tengan) y poniéndote una mantita...

 

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