OPINIóN
Actualizado 18/06/2015
Toño Blázquez

El Tío Gil es de Brincones,

que de aquí no está muy lejos,

va de fiesta a Peralejos

y de caza a Los Chozones.

 

Cuando se queda sin blanca

no le cuesta ni un respingo

llegarse a jugar al Bingo

en Serrana a Salamanca.

 

Aunque le tiene manía

al trabajo duro y quieto

le meten en un aprieto

cuando el azar le porfía.

 

Duros hielos los eneros,

pero él aguanta y calla;

la Mili en Federico Anaya

con la corneta y sin pelos.

 

Y cuando llega al mantel,

a comer a la ciudad

le da pena cantidad:

¡que le han quitado el cuartel!

 

Allí las pasó moradas,

congelado en la garita,

asfixiado, sin guita

y blanco de novatadas.

 

Hoy la calle es otra historia.

Ya no es zona militar,

ahora es copla de cantar

como del burro la noria.

 

Lo que antes fue cantina,

con los pagos al contado

hoy la tarjeta le ha dado

al crédito sin medida.

 

Piensa el Tío Gil en la miés

que cuando fue militar

no se podía imaginar

que existiera El Corte Inglés.

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