ALBA DE TORMES | Muy cercano a los albenses, en los últimos meses se ha dejado ver en varias ocasiones por la villa ducal
El Boletín Oficial del Estado, en su edición del 16 de junio, reconocía a Carlos Fitz-James Stuart y Martínez de Irujo acomo el decimonoveno duque de Alba, aunque ya ejercía el cargo desde el pasado 20 de noviembre, fecha en la que falleciera su madre Cayetana. Al título de duque de Alba, se suman también por disposición judicial, los ducados de Berwick y de Liria y Jérica, el marquesado de El Carpio y los condados de Lemos, Lerín-condestablesa, Miranda del Castañar, Monterrey y Osorno, así como el de San Esteban de Gormaz.
A partir de este momento, recae sobre Carlos Fitz-James Stuart el peso de la historia de la Casa de Alba, dibujada por los dieciocho duques que le han precedido, desde el nacimiento del Gran Duque de Alba, Fernando Álvarez de Toledo en el siglo XIV.
Licenciado en Derecho en la Universidad Complutense, hizo el servicio militar, donde alcanzó el grado de alférez. A este título, que hereda por ser el primogénito de Cayetana Fitz-James Stuart, duquesa de Alba y de Luis Martínez de Irujo, tendrá que añadir alrededor de medio centenar, algunos de ellos con Grandeza de España. El también Caballero de la Real Maestranza de Sevilla creció arropado por muros palaciegos y jugó entre "goyas", "zurbaranes", "grecos" o "tizianos".
Tras su paso por la universidad, trabajó en la empresa privada y formó parte en una serie de consejos de administración. Pero el fallecimiento de su padre en 1972, le llevó a ser el principal gestor de los asuntos financieros de la familia junto a su hermano Alfonso. Sus padres le inculcaron el esfuerzo para mantener y acrecentar el patrimonio artístico, además de transmitirle un espíritu de responsabilidad y de respeto. "Carlos es conservador y protegerá el título", así definía Cayetana Stuart y Silva a su primogénito en su biografía titulada 'Lo que la vida me ha enseñado'.
Una vida discreta
El nuevo duque de Alba siempre ha intentado llevar una vida normal. En marzo de 1988 anunció su compromiso con Matilde de Solís-Beaumont y Martínez Campos, hija de los marqueses de la Motilla y condes de Casa Alegre. Dos años más tarde, celebró su boda el 18 de junio en la catedral de Sevilla, un matrimonio que terminó en el 2000. En el 2006 recibió la nulidad eclesiástica. Desde su divorcio, solo se le ha conocido una discreta relación con Alicia Koplowitz aunque recientemente se le ha relacionado con Paloma Segrelles.
Tiene dos hijos, fruto de su matrimonio: Fernando Cayetano (1990) y Carlos (1991), con los que comparte su tiempo libre y a quienes recurre para solventar todas sus dudas sobre las últimas tecnologías. Una constante en su vida ha sido la discreción. Apenas se le conocen sus aficiones, excepto el esquí.