OPINIóN
Actualizado 16/06/2015
Emilio Pérez

"... Siempre he dicho que, a veces, somos peores entre nosotros que contra nuestros adversarios y quizá, solo quizá, este sea otro ejemplo de la cruda venganza de las discrepancias internas"

Te marchas sin hacer ruido, sigiloso, lo más en silencio que te dejan. Te marchas muy dignamente y limpio de sospechas sobre intereses personales, afanes de protagonismo y sin provocar catarsis, por necesarias que sean.

Te marchas con la conciencia tranquila, con la crítica política asumida y encajada, con la cabeza muy alta, sin la satisfacción del deber cumplido pero con la seguridad que da el saberte convencido de que lo has intentado.

Y dejas un hueco importante y una huella imborrable de tu sólida y a la vez tímida personalidad, de tu seguridad en el discurso, firmeza contra la injusticia, de tu alta conciencia social y gran calidad humana.

Buscaste la alternativa, intentaste convencer desde la ingenuidad que da la sinceridad, sin medir los intereses internos del partido ni las consecuencias que ello conllevaba por no asumir a las "familias" que conforman la historia socialista de la ciudad. Porque no fuiste capaz de contentar todas las corrientes y tendencias.

Y sin haberte perdido nunca te recupera plenamente la Universidad, tu verdadera vocación, la docencia, la investigación, el compromiso docente con los más jóvenes, con la Cultura laboral, jurídica y social con mayúsculas.

Tú oratoria serena y reflexiva, tu capacidad de hacer entender lo cotidiano y todo aquello que, desde nuestro mundo sindical, en ocasiones tanto nos cuesta hacer cumplir y defender.

Tantos actos e intervenciones juntos, en los que mis discursos, que siempre eran después que los tuyos, nunca llegaron a tu nivel ni a tu calidad intelectual y por los que tantas veces te he felicitado.

Y alabo y respeto tu decisión, porque siempre es mejor irse a tiempo y voluntariamente, que esperar inmóvil a que te inviten a hacerlo. Porque quizá, por tu forma de ser y hacer, provocaste lo peor de "la izquierda", el permanente, sangrante y en ocasiones injusto conflicto interno de las organizaciones??siempre he dicho, que, a veces, somos peores entre nosotros que contra nuestros adversarios y quizá, solo quizá, este sea otro ejemplo de la cruda venganza de las discrepancias internas.

Y convencido de que nadie es imprescindible y de que las organizaciones siempre estarán por encima de las personas que las representan, te agradezco tu apoyo, compromiso social y sindical, tu sinceridad, enseñanzas, generosidad, tu mirada calmada, tu consenso, tu diálogo permanente y tus dudas y miedos compartidos,  tu paso por la vida política de nuestra ciudad, esta que tanto amamos y que tantos desvelos nos provoca siempre.

Gracias en nombre de todas las personas que hemos aprendido de ti y contigo.

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